Redes sociales y lo que es necesario

Tengo una gran idea, pero no tengo dinero para llevarla a cabo.

Esta suele ser la excusa de quienes no han definido lo que quieren. A una alta definición, le corresponde una operatividad específica.

Lo que nos ocurre hoy es que hay mucho sabio. Es decir, personas que se mueven en el ámbito relativista porque han dejado quizá, hace mucho tiempo, de buscar la verdad.

Si nos han dicho que "solo una cosa es necesaria", el relativismo per se deja de tener razón de ser. No se trata de abrirse y aceptar todo lo que nos van diciendo por ahí. Se trata de buscar esa verdad del hombre, que es una, aunque haya muchas maneras de llevarla a cabo. 

El hombre no deja de ser persona, por mucho que se comporte como animal. La persona se degrada o llega al culmen de su perfección. El arbitrio puede optar por cualquiera de los dos caminos. 

Pero la libertad es otra cosa. Elige siempre el bien, como es natural. Sin embargo, se nos ha querido presentar la libertad confundida con el libre arbitrio. Mientras el arbitrio tiene un estatus de posibilidad de elegir, la entidad de la libertad se encuentra fijada por lo que conviene a nuestra naturaleza racional.

La espiritualidad del hombre jerarquiza el querer, de tal manera que no obedezca al capricho sino al ser. Por eso, cuando nos dice alguien que tiene una idea, la pregunta  inmediata, debería ser: ¿y es verdad? Por lo tanto, las ideas sin fuste, sin fundamento en la realidad, cuesta someterlas al orden operativo, por mucho dinero que se les invierta.

Asimismo, hay muchas cosas que nos pueden gustar o que nos apetecen. La pregunta, siempre es la misma: Y eso, ¿ya es bueno? 

La naturaleza humana es una maravilla debido al orden que encierra, aunque haya en ella un cierto desorden, el de las llamadas a creer lo que no es verdad, o el de las ataduras a querer hacer lo que me gusta aunque no sea bueno.

De ahí viene la necesidad de fomentar  la necesidad de reflexión. Sin embargo, las llamadas "redes sociales" tienden a suprimir esta capacidad de discernir entre lo que
conviene y todo lo demás. Se trata de dar respuestas rápidas, sin saber siquiera de qué se trata.

De ahí que la mentalidad relativista no ayuda tampoco a encontrar esa única cosa que nos es necesaria.

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