Carlos de Borromeo: modelo para los obispos de hoy





San Carlos de Borromeo (1538-1584).









El siglo XVI, repleto de personalidades pujantes, descubrimientos y de realizaciones en todos los órdenes de la cultura, guarda un lugar muy especial también para Carlos de Borromeo (1538-1584), cuya fiesta celebramos hoy, 4 de noviembre.

Sobrino del papa Pío IV, Giovanni Angelo Médici (1499-1565), nombrado cardenal por su parentesco, ejecutó en Italia los acuerdos del Concilio de Trento, una Reforma católica contrapuesta a la Reforma protestante, que, sin regresar a la Edad Media, introdujo los cambios necesarios  que  afirmarían  la Iglesia durante más de cuatro siglos.

Se ordena sacerdote en 1563 en la Basílica de Santa María la Mayor en Roma,  si bien era cardenal desde 1560. Reside en Milán para estar cerca de sus pastores y feligreses; vive en dos habitaciones de un gran palacio; lleva una vida apegada a los sacramentos; se desvive para que florezcan las vocaciones de sacerdotes y religiosos; y, procura por todos los medios la formación del clero existente.

Era un hombre eminentemente práctico. Lejos de entrar en disquisiciones doctrinales y teológicas, tan arraigas debido a las herejías protestantes y a los cambios en la disciplina del clero, se esmeró en llevar a la vida práctica las enseñanzas del Concilio de Trento (1545-1563).  Urgía el establecimiento de seminarios diocesanos, la aplicación del misal romano, el nuevo catecismo (llamado de san Pío V, pero se derivaba de las cuestiones Tridentinas),  la importancia renovada de las visitas de los obispos a las parroquias de su diócesis, la congregación de Propaganda fide, fueron algunas de las aplicaciones concretas.

Gracias a estos ejecutivos del Concilio, los acuerdos no quedaron en letra muerta, como, por ejemplo, el concilio V de Letrán, entre otros. El de Trento se inaugurado en 1545, se suspendió durante diez años a causa de la guerra, y se clausura el 4 de diciembre de 1563, después de cuatro períodos de actividades interrumpidas que vieron la sucesión de tres papas (Paulo III, Julio III y Pío IV), en un total de 25 sesiones.

Destacó Carlos de Borromeo por su "sentido práctico", por su sentido de la  "amistad" y por su "santidad" de vida. Destacó entre sus amigos íntimos la amistad con san Felipe Neri. Buscaba a sus párrocos recorriendo grandes distancias (hasta la Suiza católica) a lomo de caballo y, en sus últimos días, a pie.

Fue canonizado apenas 25 años después de su muerte.



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