La raíz de la guerra

Viktor Frankl comenta que si el hombre sólo tuviera ciencia "y nada más", muy probablemente le quedaría al final una sola cosa de toda su ciencia: "bombas atómicas". 

Quien habla así era un científico de primer nivel, sin resabios para lo que la ciencia supone. Pero se dio cuenta que esa dimensión humana, sin nada más el hombre se convierte en un lobo para sus semejantes. 

Frankl había vivido el horror de la II Guerra Mundial en carne propia. Pierde a su esposa, destinado a un campo de concentración, comprueba que, al final, cuando el campo es liberado por los aliados, quienes sufrieron durante años la crueldad nazi, arremetieron contra sus guardia y acabaron con ellos.

En estos días, Mexico está viviendo la atrocidad cometida por unos jóvenes contra 43 estudiantes. La narración del exterminio por los sicarios, le deja a uno sin respiración. Los criminales, impávidos, cuentan la masacre sin inmutarse. Y se trata de unos jóvenes. 

Por supuesto que no piensan estos desalmados en que hay un juicio final. Pero la manera de conducirse en la vida social con sus semejantes empuja a creer que tiene que haber algo después de todo. No puede ser que al acabar la vida se encuentre sentado uno en la misma banca que quienes han pasado su vida infligiendo tanto daño a los demás.

El hombre no puede pasarse la vida intentando como Sísifo una tarea ciclópea sin fin. La vida actual se transforma y recibimos el pago según nuestra obras. Es absurdo siquiera pensar que al final todos estaremos en paz sin relacionar ese momento con la historia personal de actos voluntarios y de omisiones imperdonables.





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