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Mostrando entradas de octubre, 2015

El Sínodo de la familia: mucho ruido y pocas nueces

Si me preguntaran por el Sínodo de la Familia,  donde 270 obispos se reunieron en el Vaticano en dos tandas de casi un mes cada una, por espacio de dos años, diría con Shakespeare: Mucho ruido y pocas nueces. Todo sigue igual. La excepción, sin embargo, se da en los artículos del documento final, Relatio, donde se introduce ambigüedad en torno a si los divorciados vueltos a casar  pueden o no comulgar. Después de dos años de pensar estos temas, sólo se ha podido llegar a una redacción insuficientemente clara sobre temas clave, impropia de personas altamente preparadas. Tal vez esta haya sido la única salida para consensuar un documento que, si se lee con mala fe, deja la puerta abierta a interpretaciones fuera de lo estipulado en la Sagrada Escritura y en la Tradición. Ahora el Papa tiene la última palabra:  Cum Petro, pero también sub Petro. 

Renoir y el arte moderno: el fin de los tiempos

Parece una broma. En el museo de arte moderno de Bolzano, Italia, la limpiadora nocturna echó a la basura lo que según algunos era puro arte contemporáneo. La señora de la limpieza se encontró en el suelo lo que supuestamente era "una metáfora de la década de los ochenta", y, con buen criterio, no dudó en colocar  lo que parecían l os restos de  fiesta callejera (botellas tiradas por doquier, copas, confetis, etcétera) en el cubo de la basura.  Las autoras de esta representación, no se creían que, una señora sin una pizca de cultura moderna , hubiera realizado tal desastre. Sin embargo, la tal señora tenía las ideas claras desde que comenzó a manejarse en el oficio: a la basura lo que es basura. Pero, casi simultáneamente, ahora sí, en las calles de Boston, junto al Museo de Bellas Artes, una serie de muchachos comprometidos con la vida y con el arte, exhibía una serie de pancartas para que, de una vez por todas, se sacara del Museo  la obra de Renoir, pintor francés im

El idealismo y los aviones: lejos de la realidad

Se denomina idealistas a ciertas posiciones filosóficas que, desde modelos mentales, escenifican la vida posible, deseable, razonable. Para no entrar en conjeturas complicadas, diremos con una metáfora que el idealismo consiste en subirse a un avión que no aterriza nunca. La hoja de ruta es el deber. Un deber sin límites, siempre exigiendo más. Un deber sin recompensa alguna, pues equivaldría a manchar, por un lado, la pureza de lo debido; por otro, supondría elucubrar con razones sin fundamento sobre su existencia. Ahora se propone la posibilidad de ir a Marte y quedarse allí, pues no hay todavía la manera de regresar. Y hay quienes se apuntan a tales viajes, aunque se llene el alma de congoja al considerar la soledad casi absoluta de tal estadía. Pues bien, ese viaje, esa estancia, tienen más realidad que el idealismo al que nos referirmos. Emprender un viaje conceptual, con conceptos vacíos, forzados por tanto a situarnos en algo supuesto, inconsistente, donde depositaríamos tod

Jamón jabugo, sí; alacranes, no

No sé si usted ha tenido la suerte de probar unas lonchas de jamón "pata negra", jabugo, recién cortadas por quien sabe hacerlo. No se le olvidará nunca esta expereriencia. Pero la OMS (Orgacización Mundial de la Salud) ha dicho "ojo" con tales prácticas, sobre todo si alcanza el consumo diario los 50 gramos de jamón, porque aumentaría en 18% la probabilidad de contraer cáncer. Bendita palabra. La OMS lo ha dicho así, desde Lyon, Francia.  Pero a unos pasos más allá, en Bélgica, el Parlamento acaba de aprobar la venta libre de insectos  de todo tipo, incluidos los gusanos y los alacranes de importación.  Si repasamos la historia del hombre, vemos que desde Adán y Eva hasta Noé se alimentaban de los frutos y verduras de la tierra. Después del diluvio comenzaron a comer carne.  Luego la OMS se ha puesto en parte del lado de los primeros descendientes de Adán, quizá para que no nos venga otro diluvio, ahora que tan candente está el tema del cambio climático.

Dios y la Iglesia: el recurso del mal periodista

Resulta ya común encontrarse entre líneas llenas de nada, a los periodistas progre  que, con ocasión y sin ella, citan a Dios, al papa, a la Iglesia, para denostarlos sin que vengan a cuento ninguna de estas referencias. Me dirán de lo agresivo del titular porque tilda de malos profesionales a quienes usan de este recurso. En efecto, mis queridos lectores, si todavía queda alguno; cuando no se tiene información, y, a veces, aunque se tenga, o bien se quiere llamar la atención con bravuconadas,  se suelen embadurnar las palabras con ideología. Perdón por decir "palabras", pues en sentido estricto, no son tales lo que florece entre las ideologías. Las palabras se refieren a las cosas, a los hechos, a la realidad. Pero la ideología no es realidad consistente, sino elucubración mental, sin sustancia para formar un juicio, al forzar un manojo de adjetivos fruto de una  calentura,   a  un sujeto real  (Dios, la Iglesia, el Papa, la religión, etcétera) por   medio de una asociac

El contagio de las redes (¿sociales?)

Viajé no hace mucho con mi esposa (nada de pareja) a una gran ciudad con el fin de dar una conferencia.  Tuve la dicha de ver  de nuevo  a unos cuantos amigos, de los viejos tiempos. Después de los saludos de ritual, me llamó poderosamente la atención la conducta de uno de ellos.  Con casi ocho décadas de vida, se apartaba una y otra vez del grupo en donde  su esposa charlaba con algunos de los concurrentes en la sala, y no cesaba de teclear su teléfono portátil con avidez, quizá urgido por la falta de destreza cuando se comparan estas habilidades con las de un adolescente. Le comenté al pasar a su lado, si estaba muy "enganchado" con el artefacto. Me contestó sin levantar la mirada de la micro pantalla que "no mucho". Expresé entonces un comentario en alta voz, sin esperar respuesta alguna: "A las ocho de la tarde apago el teléfono. No estoy para nadie". Pero sí hubo contestación a mi enunciado: "Sí, pero en esta ocasión yo tengo interés en man

La grandeza de lo ordinario

Los novelistas de fama mundial, aquellos que acumulan premios de cada rincón donde van, confiesan a veces la fuente de su inspiración a la hora de ir escribiendo una novela. Suelen apoyarse en hechos controvertidos, salidos de lo ordinario más de las veces, pues, según ellos, lo de cada día no da mucho de sí para las grandes novelas.  Muchos de ellos, autores  sin Dios, arrancan su trama a partir de su experiencia de algún suceso insólito, donde entran en juego las fuerzas internas más sórdidas de la personalidad conducentes a una trama de complejidad creciente, donde van apareciendo acciones poco convencionales, emanadas desde los rincones  más oscuros del hombre, y  la persona parece un títere de las circunstancias.  Por ejemplo, el erotismo es una de esas fuerzas directivas de la vida del hombre, usadas como escape de una realidad malquista. Para salir del agobio de la monotonía, de las tensiones de la vida diaria, de incomprensiones y rechazos, el hombre busca refugio en expe

La nada en lugar de Dios: propuesta del sigo XXI

El humildico se jacta de ser menos que nada; es la humilde soberbia. El humilde reconoce la verdad de su ser. En efecto, poca cosa, pero es. Claro, la grandeza de esa "poca cosa" se descubre al  conocer que, esa casi nada que se es, proviene  del propio Ser. Es el "dar-se".   Lo da porque  quiere, porque  lo quiere, para que sea lo que él quiere. De aquí el atrevimiento de decir que sí a la realidad.  El espacio y el tiempo son dones de  habitabilidad, donde cada quien  se expresa eligiendo. Pues la  libertad,  otro don también para moverse en un espacio durante un tiempo, inderterminados, acompaña en esa travesía. Somos criaturas en medio del mundo creado. Pero el querer moverse aquí o allá, hoy, ahora, por ejemplo, lo determina ese complemento del cuerpo, buscando sin cesar su razón de ser. Y después de muchas vueltas y revueltas acaba prendándose del amor: yo, mi persona entera, soy lo que soy por haber sido querido. Aunque no quiera ya soy. Esta carencia

Europa y la cultura de la muerte

La vida engendra vida. Cuando no es así, y aparece la esterilidad de la muerte, es que ya no se vive. Este es el caso de la vieja Europa, por ejemplo, donde el invierno demográfico ha creado, sin querer, literalmente, la primavera árabe: miles de árabes de diferentes países, abiertos a la vida, han inundado, y lo seguirán haciendo, las calles de las principales calles europeas. Por eso el aborto es la mayor aberración de Europa. Amén de que se niega incluso la libertad a un ser que estaba destinado a tenerla, ha cultura de la muerte  interactúa ahora con la incredulidad de quienes se niegan a abrir la puerta a su tracidión cristiana centenaria. El marxismo no ha fracasado en Europa. Las relaciones económicas ocupan el corazón y la mente de los directores de la política. Todo se ha recucido a esta realidad, y la vida se sopesa en funcón de la carga que supone para la libertad de las personas en sus decisiones diarias y el peso económico para las familias y los pueblos. Parece, sin

El placer sexual y la Iglesia

Estados Unidos se las pinta solo para las estadísticas.  Hace unos años, al principio de mis tiempos de estudiante de posgrado en ese país, en la primera propuesta de trabajo escrito al titular de la materia de Investigación de los media , propuse un tema sobre la influencia de los valores en los contenidos de la televisión.  Esta propuesta sobre la que yo no tenía  minguna duda, necesitaba de matices, y con ese fin preparé una entrevista con el profesor. Después de analizar el boceto del trabajo, me espetó: "Tiene usted alguna evidencia sobre esto?" No me lo podía creer. Parecía obvio y no se necesitaba de más, según yo, que un precisar sobre qué tipo de programas se esperaba encontrar qué tip de efecto. Pero de ahí a buscar una evidencia, hay un abismo. Se puede decir que, desde el teatro griego, se han dado obras de muy diverso sesgo al tratar temas parecidos, y basta con decirlo para que surja la aprobación. En fin, esto viene a cuento del placer sexual. Con la ma

Por qué no habrá cambios en el Sínodo: la "doctrina" no se tocará nunca

De pequeños nos solían decir respecto a ciertas cosas, niño, eso no se toca. Podemos afirmar lo mismo acerca del Sínodo. Después de tantos dimes y diretes propalados quién sabe con qué intención, muchos de ellos a años luz de la verdad del matrimonio y de la familia, sabemos que la doctrina de la Iglesia sobre todos estos temas no se va a tocar. ¿Cómo lo sabemos? Hay varias pistas. Una, el Papa dijo hace algún tiempo que él no pensaba escribir ninguna exhortación al final del Sínodo. Y no tiene obligación de hacerlo, a no ser que quiera especificar algunos puntos sobre el Magisterio de la Iglesia, se hayan tocado o no en el Sínodo. Además,  el Papa no tiene por qué seguir las tesis del Sínodo. Si quiere, puede recoger algún punto o ignorar del todo las conclusiobes de los padres sinodales. Entonces, si no va a escribir nada que sea Magisterio sobre el tema de la familia, hoy tan debatido, ¿para qué celebrar el Sínodo? No podemos conluir que se trata de una tomadura de pelo. Cele

Las verdades a medias confunden. Tierra de algunos periodistas

La columnista Luz Sánchez-Mellado no deja de escribir. Es lo suyo.  Le sirve, para echarle sabor al caldo, manejarse con un mencionar continuo a los poderes divinos (a Dios mismo no se lo quita de sus columnas), para denostar todo lo referente a la religión. Porque, eso sí, es muy valiente, española de carácter. Aunque Dios exista. Y tiene muchas razón en las cosas que publica. Vean esta: "Dejémonos de catecismos, torás y coranes. El infierno está en la tierra y el otro barrio es este". Luego se refiere a casos patéticos que ocurren en este mundo. La verdad es que  Sánchez-Mellado tiene la verdad, pero a medias. Con el fin de que no se asuste esta periodista cuando se asome al final, y vea algo distinto de lo que se imagina, le diremos que sí, que hay un infierno aquí muchas veces, pero que, además, con ese quehacer maléfico de algunos, se prepara el camino para el infierno de allá, ese que no se acaba nunca, que jamás se extingue,  que citan esos libros  que la periodi

La vida en Marte, posible; y, ¿la de la Tierra?

Los científicos de la NASA andaban de capacaída. Los recursos no llegaban a su sede porque sus proyectos ya no entusiasmaban a nadie.  A la luna se había llegado, y tuvieron que regresar. Se colocó una bandera en la superficie lunar como para decir a la humanidad, como niño chiquito: ---"Esto es mío". Pero ahora, ya se les ha mudado la color, como diría el poeta Lorca. Parece ser que hay unos rastros que quizá podrían ser restos de congelados de agua salada. Y, claro, decir agua es decir vida. Ya está. Hay que reactivar los proyectos  de la conquista espacial. La vida nos espera en Marte, y quien sabe en cuántos sitios más de ese ilimitado espacio del que muy poco podemos decir todavía. Sólo falta que abran el grifo de las inversiones multibillonarias para que se vayan calentando los motores de las turbinas destinadas al planeta rojo. Hay incluso  a quienes les gustaría ir en uno de esos primeros viajes, aunque no pudieran regresar. Toda una hazaña. Mientras, se quie

When the saints are marching in... hay que seguirles

Todos conocen el estribillo al menos de esta canción del Sur estadounidense. Oh, cuando los santos desfilan... La vida de los santos deja a su paso  huellas en la tierra, que conducen al cielo. Por tanto, al conocer sus vidas, renace nuestra esperanza. La santa Teresa de Ávila, cuyo quinto centenenario se celebra ahora, supo de esta verdad desde que tenía siete años. Sus padres leían en casa las vidas de los santos, y, claro, Teresa y su hermano Rodrigo querían ser como ellos. Para tal gesta, se les ocurrió salir de las murallas abulenses y, una vez  en campo abierto, en tierra de moros, prepararse para sufrir el martirio. Hoy los niños y adolescentes ven otras cosas en la televisión, si les queda tiempo después de consultar los medios sociales más de cien veces por día, con el fin de saber el lugar que ocupa su vida en la mante de los demás. Hay qu estar ahí presente para sabér qué dicen... ¡de mí!  Tal dependencia equivale a no saber nada, equivalente a mirarse el propio omblig

Familia: El amor es nuestra misión

Los hombres se suelen unir entre sí porque desean realizar algo bueno. Es el caso de la familia; pero también el caso de la guerra. El hombre, lamentablemente,  se une también para hacer el mal. La familia ha caído en manos de los hombres. Como si fuera suya y hecha de plastilina, la han desfigurado en su esencia. De ahí que  hayan surgido una serie de males irreversibles  en la sociedad. La juventud, al ver tal desastre, desconfía de que algo tan antiguo como la familia pueda ofrecer caminos de vida aptos para conseguir la felicidad deseada. En la mente de todo hombre aletea el deseo de alcanzar la felicidad. Los cuentos de antes solían concluir con aquel "colorín, colorado, este cuento se ha acabado", no sin antes  decir el consabido final donde, los protagonistas, después de grandes peripecias,  príncipe y una chica pobre pero hermosa y buena, unidos por el amor, se casaban para tener muchos hijos. Este era el final feliz. A nadie, durante siglos, se le hubiera