Dios y la Iglesia: el recurso del mal periodista

Resulta ya común encontrarse entre líneas llenas de nada, a los periodistas progre que, con ocasión y sin ella, citan a Dios, al papa, a la Iglesia, para denostarlos sin que vengan a cuento ninguna de estas referencias.

Me dirán de lo agresivo del titular porque tilda de malos profesionales a quienes usan de este recurso. En efecto, mis queridos lectores, si todavía queda alguno; cuando no se tiene información, y, a veces, aunque se tenga, o bien se quiere llamar la atención con bravuconadas,  se suelen embadurnar las palabras con ideología.

Perdón por decir "palabras", pues en sentido estricto, no son tales lo que florece entre las ideologías. Las palabras se refieren a las cosas, a los hechos, a la realidad. Pero la ideología no es realidad consistente, sino elucubración mental, sin sustancia para formar un juicio, al forzar un manojo de adjetivos fruto de una  calentura,  a un sujeto real (Dios, la Iglesia, el Papa, la religión, etcétera) por  medio de una asociación impertinente.  

Este tipo de juicios dan lástima porque no salen del exhibicionismo personal para atacar algo inexistente. Son "recetas de infalibilidad", como diría R. Verneaux, que seducen como puede hacerlo la cola de un pavo real, pero se quedan sin la verdad, sin la carne  que alimenta la inteligencia, así como al quedarse con las plumas se pierde la carne del pavo  que nutre y da de qué hablar en esas veladas estupendas durante  las cenas de thanksgiving, ya próximas para el pueblo norteamericano, en las que agradecen a Dios (algo real) por los beneficios obtenidos (algo tangible) durante el pasado año (tiempo real, no virtual como se dice ahora, sin que sepamos a qué se refieren).

Un mal periodista es quien elude la realidad  sustituyéndola  con una serie de predicados que no pertenecen al sujeto con el que se pretenden relacionar. Ahora resulta que la religión es la tecnología, la esencia papal lo que lleva en su maletín cuando viaja, la política de la Iglesia sobre la homosexualidad lo que dicen los anolistos.

Digo anolistos para distinguirlos de  los "analistas" quienes trabajan, según Kant, por deducción, mientras que aquellos operan por inducción. Además, ya no hay manera de referirse  de alguna manera, sin que te enjuicien, a quienes no quieren vivir la castidad en su vida poniendo por excusa las fijaciones que padecen. No quieren oír ni éstos ni los periodistas que no lo son, aquello que aclara Juan, otro gran periodista y filósofo del siglo I, de que "si yo no hubiera venido y no les hubiera hablado, no tendrían pecado (perdón por citar este concepto que se refiere a la transgresión voluntaria de la Ley de Dios, pero ustedes suelen citar  este ser, al que nos venimos refiriendo); pero ahora no tienen excusa de su pecado"(¡¡again!!). 

En fin, deberíamos dilucidar esta frase: ya "no tienen excusa", por si fuera verdad. Entonces, tendríamos algo verdadero a lo qué referirnos los que quiséramos ser buenos periodistas.

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