Renoir y el arte moderno: el fin de los tiempos
Parece una broma. En el museo de arte moderno de Bolzano, Italia, la limpiadora nocturna echó a la basura lo que según algunos era puro arte contemporáneo.
La señora de la limpieza se encontró en el suelo lo que supuestamente era "una metáfora de la década de los ochenta", y, con buen criterio, no dudó en colocar lo que parecían los restos de fiesta callejera (botellas tiradas por doquier, copas, confetis, etcétera) en el cubo de la basura.
Las autoras de esta representación, no se creían que, una señora sin una pizca de cultura moderna, hubiera realizado tal desastre. Sin embargo, la tal señora tenía las ideas claras desde que comenzó a manejarse en el oficio: a la basura lo que es basura.
Pero, casi simultáneamente, ahora sí, en las calles de Boston, junto al Museo de Bellas Artes, una serie de muchachos comprometidos con la vida y con el arte, exhibía una serie de pancartas para que, de una vez por todas, se sacara del Museo la obra de Renoir, pintor francés impresonista.
Su argumento alcanza todo su esplendor cuando invocan a Dios en su discurso: God hates Renoir. Y como las desgracias no viajan solas, la crítica de arte que comenta la orquestada protesta se suma también a la protesta de los muchachos desde su artículo porque le "hacía gracia". Además, ella piensa, con los manifestantes, que Renoir apesta, porque los árboles que pinta son "absurdos".
A la tal crítica de arte le pediríamos entonces que se diera una vuelta por Bolzano. Estamos casi seguros de que las dos "artistas", iluminadas con la idea de la representación callejera le satisfarían con su montaje, y se tomaría con ellas un brindis entre los restos de alcohol de las botellas esparcidas por el suelo de la salta de arte.
Creo que todas estas ocurrencias, son una señal eminente y clara del "fin de los tiempos", junto a la de la recomendación de la OMS de ir retirando el consumo de jamón "jabugo", (acompañada de una copa de un buen vino tinto), porque aumenta el riesgo de cáncer.
La señora de la limpieza se encontró en el suelo lo que supuestamente era "una metáfora de la década de los ochenta", y, con buen criterio, no dudó en colocar lo que parecían los restos de fiesta callejera (botellas tiradas por doquier, copas, confetis, etcétera) en el cubo de la basura.
Las autoras de esta representación, no se creían que, una señora sin una pizca de cultura moderna, hubiera realizado tal desastre. Sin embargo, la tal señora tenía las ideas claras desde que comenzó a manejarse en el oficio: a la basura lo que es basura.
Pero, casi simultáneamente, ahora sí, en las calles de Boston, junto al Museo de Bellas Artes, una serie de muchachos comprometidos con la vida y con el arte, exhibía una serie de pancartas para que, de una vez por todas, se sacara del Museo la obra de Renoir, pintor francés impresonista.
Su argumento alcanza todo su esplendor cuando invocan a Dios en su discurso: God hates Renoir. Y como las desgracias no viajan solas, la crítica de arte que comenta la orquestada protesta se suma también a la protesta de los muchachos desde su artículo porque le "hacía gracia". Además, ella piensa, con los manifestantes, que Renoir apesta, porque los árboles que pinta son "absurdos".
A la tal crítica de arte le pediríamos entonces que se diera una vuelta por Bolzano. Estamos casi seguros de que las dos "artistas", iluminadas con la idea de la representación callejera le satisfarían con su montaje, y se tomaría con ellas un brindis entre los restos de alcohol de las botellas esparcidas por el suelo de la salta de arte.
Creo que todas estas ocurrencias, son una señal eminente y clara del "fin de los tiempos", junto a la de la recomendación de la OMS de ir retirando el consumo de jamón "jabugo", (acompañada de una copa de un buen vino tinto), porque aumenta el riesgo de cáncer.
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