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Mostrando entradas de enero, 2024

¿Qué significa ser realista?

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Tomar las cosas como son, sería la primera y simple respuesta a la pregunta planteada en el encabezado de este  post . Sin embargo, algo tan sencillo como esto no encuentra eco en muchos de los grandes pensadores desde hace dos o tres siglos. Ellos prefieren quedarse con sus pensamientos, nacidos de conocer en ellos lo que las cosas son. En vez de tomar como algo evidente lo que se ve, tal como es,  prefieren interpretar lo que algo es según aparece en la mente. De esta manera, se disuelven las diferencias entre bien y mal, entre verdad y falsedad, entre belleza y esperpentos. Desde luego, no se puede acusar de malicia a quienes obran así. Descartes, el principal iniciador de esta manera de pensar, era un hombre religioso. Pero para él, poner la columna del saber en el "conocer"  y postergar el "ser" fue el descubrimiento  intelectual de su vida. Se trataba de  saltar del conocer al ser, en vez de ir de la evidencia del ser al conocer. Este no es sitio para entrar e

Sin la ayuda de la "gracia", caeríamos sin remedio

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Tener de donde agarrarse. Es un principio básico para no caerse.De lo contrario, nuestro peso y la fuerza gravitatoria mostrarán la evidencia de la caída. Algo así le sucede al alma del hombre. Al ceder a las insinuaciones del pecado grave, si el alma no tiene de donde agarrarse, caería irremediablemente en el abismo del pecado mortal. Debido a la fragilidad de nuestra naturaleza, a sabiendas, el diablo ronda como "león rugiente", según nos cuenta san Pedro en una de sus cartas. Escuchar sus rugidos sería una torpeza. Entonces, ¿qué se puede hacer? Huir de las tentaciones, sin entrar en diálogo con las propuestas del maligno. Nuestra voluntad es flaca, y sin la ayuda de la gracia, estaría perdida. No olvidemos nunca que el tentador no se abstuvo siquiera de insinuarse con sus veladas mentiras al que era la verdad misma. Jesús no dialoga; por el contrario, emite un rechazo radical a las propuestas con un " apártate Satanás", sin contemplaciones de ningún género. De e

La familia en la educación

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La familia es la forma de la sociedad, y esto se vislumbra claramente en la educación. Si destruimos la forma todo el edificio social se viene abajo, al estar compuesto de familias. En la familia se deberían encontrar los "bienes espirituales", con cuya posesión se puede alcanzar el fin propio de cada persona, es decir, la felicidad cuyo disfrute comienza ya en esta vida. Sería imperdonable no llegar hasta el fin del camino debido a la carencia de estos bienes. Entonces,  la educación no puede omitir de su enseñanza el respeto a estos bienes  con la objeción de impartir una enseñanza gratuita. Por dos razones: la primera, la enseñanza impartida por el Estado de ningún modo es gratuita. Se paga con los ingresos generados a partir de los gravámenes recaudados de los ciudadanos. Segundo, los bienes espirituales son un valor de cada persona de este mundo, que todos deben respetar. Si su presencia la "forma" se desvirtúa y la persona no alcanza su madurez debido a la inc

Políticos sin ley de Dios, nefasto para la sociedad

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Todos queremos lo mejor, pero a la hora de elegir a un político nos inclinamos por seguir la ideología en turno o las promesas fatuas de un buscador de poder. La ley de Dios nos indica con claridad el camino del bien común, fin ineludible de una sociedad interesada en lograr un ir mejorando la condición social mínima de cada uno de sus miembros. Cuando esa Ley falta, entonces se precipitan la ambición de poder para surtir el beneficio personal.  Puede sonar muy radical la propuesta de la ley divina en los quehaceres de este mundo, pero la historia no deja una enseñanza clara a través de innumerables ejemplos ejerciendo el poder.  Un caso paradigmático se presenta en el caso del rey Saúl y su sucesor David. Era éste amigo de Jonathan, hijo del rey, y fiel súbdito de su padre. Pero la envidia, en este caso, carcomía sus entrañas debido a las intrigas de palacio, al extremo de querer acabar con la vida de quien ya había  sido elegido por el profeta Samuel, por designio divino, como suceso

¿Está vacío el infierno?

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  El papa Francisco se acaba de pronunciar sobre este asunto. Él ha dicho que le gusta pensar que, efectivamente, el infierno está vacío, no que su manera de pensar sea "dogma". En principio a mí también me gustaría. Por dos razones. La primera, porque ello supondría una aplastante derrota para Satanás y sus ángeles rebeldes, quienes desde el principio, desde la creación del hombre, han tratado de pervertir a hombre y destinarlo como a él, a la condenación eterna. Entonces, sería un gran regocijo saber que su malévolo deseo, se ha desbaratado. Es decir, se consolidaría el "jaque mate". La segunda razón se puede fundamentar en la Sagrada Escritura. Por supuesto, en ella podemos encontrar numerosos pasajes donde se habla de la condenación eterna para el hombre que no cumple con los designios divinos plasmados tanto en los Mandamientos como en la ley divina interior inscrita en el corazón de todo hombre desde el principio. Sin embargo, hay una frase pronunciada por el

2024: ¿Un año cualquiera?

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No,  2024 no es un año cualquiera. Tiene, debe tener, personalidad propia. Los tiempos de hoy no son sino expresión personal de nuestros tiempos. Somos nosotros quienes damos a los tiempos su rostro, su expresión, su carácter. No podemos decir: Nos ha tocado vivir en malos tiempos. No, los malos somos nosotros. Tenemos la suerte, podríamos decir,  de poder imprimir nuestro día a día en cada minuto del año. Esta es una de las razones por las que debemos orar siempre, sin interrupción, y no dejar grietas en el tiempo, por donde se cuele el maldito. Por eso debemos escrutar nuestras tareas diarias para ver si nos conducen a dar gloria a nuestro Creador, Padre y Redentor. No estamos aquí para otra cosa, sino que, en medio del trabajo, pues fuimos creados "para trabajar" (ver las primeras páginas del Génesis ), demos gracias a Dios por haber decidido nuestra presencia en el mundo con el único fin de ser felices. Con él a nuestro lado, donde siempre está, sólo queda abierta la puer

Encarar el año sí, pero día a día

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Miguel Delibes (1920-2010), periodista y gran novelista  español, miembro de la Real Academia Española. Se debe comer para vivir en esta tierra, no tragar. Algo así sucede con los días del año. Están ahí, como una medida del tiempo, en cuyo seno vivimos y nos movemos. Son nuestra medida del aprovechamiento. Las horas pasan, y las actividades diarias deben estar ordenadas y no caer en uno de los dos extremos: ¡Ay, se me fue el día volando!; ¡cómo pasa el tiempo!, dicen unos. O bien, la otra postura: ¡Estoy esperando que ya llegue de una vez  la hora de la cena! ¡El día se me hace eterno!  En estas posturas, con matices, se esconde una falta de orden, y se llena de precipitación o de aburrimiento debido al vacío temporal. El año es nuevo si cada día lo es. Este debe ser nuestro cometido. No dejar pasar las horas en vano, pues cada una debería tener  su plan estipulado de antemano, sin dejar nada a la improvisación. De esta manera hay tiempo para todo, sin prisas ni pausas. El tiempo es u

Urge buscar lo que nos une

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Los media de todo el mundo destacan a diario en sus páginas aquello más llamativo del escenario mundial, el escándalo, lo negativo. Pocas veces, por no decir nunca, destacan aquello que une al hobby con sus semejantes, bien porque no lo saben o porque piensan, como decía McLuhan, en un receptor disgustado por las noticias positivas al no haber participado en ellas, y se alegra cuando se le muestran  noticias negativas en el país o en el mundo, pues no ha participado en ellas. Pero cuando hablamos de un concierto de música en un gran teatro, las cosas cambian. Gentes de toda condición, raza y cultura se mezclan sin reparo alguno y aplauden la interpretación musical. ¿Por qué ocurre así? Tengo para mí una explicación. El amor une. Y la música es una expresión del amor. Algo que se entrega a la inteligencia y a los sentidos. Lo llena todo. La inteligencia recibe le entrega musical y descifra su contenido en silencio, apoyada por el oido que distingue los tonos y el ritmo de la melodía que