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Mostrando entradas de febrero, 2015

Tres padres: ¿Avanza la ciencia?

Si lo que antes se podía hacer entre dos ahora se necesitan tres, en toda tierra de garbanzos se ha dado un paso atrás. La prevención de enfermedades, el deseo de unos padres que no podían concebir, la utilización del embrión para curar a otros pacientes que no sobrevivirían  por sus medios, todo, todo esto, es aplicar en la práctica un principio que moralmente es inaceptable: el fin justifica los medios. Lo peor de todo este despliegue es que quienes así obran y quienes lo aprueban ya lo saben. No pretendemos enseñarles nada nuevo. El incrédulo no es quien encuentra dificultades insuperables para afirmar lo que no enseña la fe; no, el incrédulo es quien no quiere creer. Por eso, la falta radica en la voluntad, no en la inteligencia. La oposición de la Iglesia a los avances de la ciencia es nulo. Se ha explotado el caso de Galileo hasta la saciedad, y ni siquiera conoce  quienes lo usan como signo de intransigencia secular de qué se trataba. Ahora, con el "logro" cien

El miedo y la fe

La raíz de miedo es la falta de fe. En un pasaje del evangelio sobre la galerna que se levanta en el lago de Genezaret mientras Jesús dormía en la barca.  Lo despiertan, porque las olas saltaban por encima de la barca.  Quienes reaccionan así eran profesionales de la pesca, precisamente en ese lago, y conocían bien cuando un verdadero peligro les acechaba. Jesús se incomoda. No tanto porque lo habían despertado sino porque sus discípulos tenían miedo. Jesús asocia el "miedo" con la "carencia de fe". ¿Qué vínculos se dan en la relación entre estos dos conceptos?. En principio, no se ve una relación sobresaliente. Sin embargo Jesús se enfada al ver que no tenían fe. Aquí se puede intuir que la fe se le da a quien se abre a ella. Es un don divino que no se niega a quien responde a la llamada que Dios hace el hombre. Sabemos que los apóstoles lo habían dejado todo y  habían seguido la llamada del Mesías. Por tanto, la falta de fe es una culpa personal. Dios

Fiarse de alguien

Una de las posiciones más difíciles para el hombre, quizá sea el no fiarse de nadie. La otra, la incapacidad de pedir perdón o concederlo. En el fondo, ambas posturas se unen. Y remiten a la soledad. Al encuentro con sólo uno mismo. El resultado de esta postura, querida de alguna manera por el hombre, es el miedo. El hombre tiene miedo a quedarse consigo mismo. El silencio, donde se gesta la reflexión, apenas se logra. La conciencia, que es el órgano de la voz de Dios, que no se olvida de pastorear a sus creaturas, no se escucha. Por eso resulta tan difícil la obediencia . Esta palabra viene del prefijo ob   (de) y del verbo audire (escuchar) . Es decir, obedecer se deriva de la escucha. Va a resultar difícil encontrar el camino que cada quien tenemos asignado si no se escucha la voz de Dios en nuestro interior. En vez de hacer su voluntad, hacemos nuestro capricho.  Cultivar espacios y tiempos para vivir en silencio, puede ser un gran alivio para el alma, que, como la