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Mostrando entradas de septiembre, 2015

Desde Filadelfia: misericordia o justicia

El Papa habla, los "media" interpretan, la gente se emociona. Filadelfia, un hervidero de gentes. ¿Un millón? ¿Dos? Las calles, parques  y avenidas del centro de Filadelfia, cerradas a todo tipo de transporte, facilitan el desplazamiento de personas venidas de todos los rincones del mundo. El alcalde de la ciudad, educado en instituciones católicas, se ha impuesto a todas las presiones políticas y ciudadanas para lograr esta hazaña. Las principales cadenas de televisión del país, sin que importe su ideología, cubren cada minuto de las actividades de Francisco, que las alargan después con sus análisis  y comentarios. El público se emociona con cada paso del Papa, de manera especial cuando el papamóvil se detiene y llama a una familia para besar un niño o bendecir algún discpacitado. Los bebés pasan de mano en mano, en alto, antes de llegar a los brazos del Papa, sin que los padres piensen otra cosa que, entre miles, su hijo ha tenido la suerte de besar o ser besado

La familia en Filadelfia

La familia católica es la solución. De camino a Filadelfia, Houston nos recibe como primer puerto de entrada. Miles esperan en filas serpeantes sin dirigirse la palabra. Gentes de todo el mundo van avanzando hacia los  puestos de control con ritmo cansino. Los altavoces colgados del techo dan la bienvenida a los pasajeros en diversos idiomas, una palabra para cada idioma, acaso dos, con un sonido eléctrico, frío.  Las horas pasan y el tiempo del próximo vuelo se acaba. Salgo de la fila y localizo por fin una supervisora. "---Voy a perder el avión porque al paso que vamos no me  alcanza el tiempo", le digo. Responde: "---No es mi problema. Vuelva va la fila. Hable con la aerolínea, cuando acabe el trámite". Alegar, en vano. De las cuarenta cabinas de recepción sólo cuatro daban servicio. Por supuesto, perdimos el vuelo. El último control lo atendía un señor risueño. Le dije lo del vuelo. "---No se preocupe", comentó. "---Peor sería tener cánce

En cuestiones de fe y moral, obediencia

El Sínodo de la Familia está a la vuelta de la esquina, en octubre. Las incógnitas de su resultado se diluyen cuando sabemos que la ley eterna por la que el Dios rige todas las cosas del universo  para que alcancen su fin (no hay casualidades), al descubrirla  el hombre con su razón natural se le  llama  ley natural ,  que se puede cotejar con la ley divina  positiva dada por Dios al hombre en el Sinaí. Es decir, el resultado, para el que sepa leer en el contexto  de estas leyes, no tiene pierde.  Pero además tenemos veinte siglos de Magisterio en la Iglesia que nos muestra el camino a seguir sin lugar a dudas en lo concerniente a la tradición moral. Es decir, cada acto humano está sujeto a ella por el bien del hombre. Sin embargo, el hombre que puede alcanzar su bien, el que le es propio, siguiendo estas leyes y enseñanzas de la Iglesia,  puede elegir otro camino, un camino que las cosas y los animales siguen según su naturaleza, pero que, en el caso del hombre, puede, aunque s

Yo también soy sirio

Ahora todos son sirios. Después del recibimiento concedido al refugiado sirio  Obama Abdul Moshen y su hijo  a su llegada a Madrid, Getafe,  por el Centro Nacional de Formación de Entrenadores, les parece un sueño. Nadie ha hablado de la "violencia de  género" perpetrada por una mujer periodista húngara al colocar a estos dos refugiados una zancadilla olímpica, causa indirecta de la atención mundial de los media , que concluye con un "happy ending". Ahora buscan reunir a toda su familia, su mujer y dos hijos más, en el apartamento faclitado por la gestión de Miguel Ángel  Galán, presidente del Centro profesional de entrenadores. Pero, antes que esta historia saltase a los media ,  a la canciller alemana  Angela Merkel se le ocurrió mostrar su corazón materno en unas declaraciones donde promete integrar y dar una vida digna a los refugiados sirios. La noticia corrió como un viento huracanado hasta los países exportadores de refugiados. La avalancha no se hizo

La diferencia entre samaritana y zorra

"¿Qué más da si alguna vez te acuestas con alguien?", concluía no hace mucho una escritora sin pelos en la lengua, muy al uso en la España desafiante de hoy. Así, la autora defiende y distingue la "lealtad de la fidelidad sexual" en un semanario español, a quien su pedigree relativista le permite quizá echar una cana al aire de vez en cuando, cautelosamente, sin que casi se  note, claro, para así  poder conservar con "éxito" su relación de pareja. Esta mujer moderna, aunque ya mayor, no ve la diferencia "entre que tu pareja tenga un amante casual y que no lo tenga" (al final verá usted porqué), pues está convencida de que "a menudo las relaciones extraconyugales pasajeras mejoran la relación principal", pues "es difícil amar a alguien a través del tiempo". A la tal  señora de "moral distraída", que sin vengüenza alguna airea unas ideas verdaderamente ponzoñosas conviene decirle que ella no es  jueza de nada, ni de

Pedir peras al olmo: Eucaristía y divorciados vueltos a casar

Quizá este artículo ya parezca agrio desde su titular. Pero, al contrario: se trata de no envenenar el corazón de quienes están en esa difícil situación de divorciados vueltos a casar. No voy a redundar en lo que todos han dicho, de que es posible volver a los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía cuando se arrepienten de la decisión tomada, y viven la continencia total entre ellos. Para quienes transitan por esa vereda, se les puede decir que todos los caminos que llevan a Dios pasan por la Cruz, una fiesta de la Iglesia que se celebra mañana, día 14. Pensar que la cruz de los demás es menos pesada que la propia, es un despropósito. Dios da a cada quien la suya, junto con las gracias para llevarla.  Esto nos debe dejar un gran consuelo. También vemos como en la vida de los santos la cruz siempre estaba presente en su vida, pero ellos vivían en medio de una gran alegría interior, que se traslucía al exterior, y así atraían a tantos. San Agustín, en un intento de senti

La izquierda, los "medios" y el Papa

Se llama framing. Nació en Estados Unidos. Una teoría de comunicación que, si no creada por Stephen D. Reeves, sí al menos bien propalada por este profesor, a quien tuve la suerte de ceder mi escritorio del Centro de Investigación de la Comunicación en la Universidad de Wisconsin,  cuando él recién llegaba a estudiar su doctorado, procedente de Tennesee. La tal teoría del framing  consiste en "empaquetar" a una persona en los media  a base de repetir un sambenito (por ejemplo, conservador, liberal, de izquierdas, etcétera) sobre ella cada vez que se menciona. Por definición, acarrea un sesgo negativo, como lo eran los escritos que, colgados del cuello de los reos ya condenados en la Edad Media, anunciaban en público su deshonra. Acaece que, cualquier otro calificativo o sustantivo aparecido en la noticia con matices neutrales o positivos, se cancela debido al incisivo impacto del epíteto atribuido  al sujeto al principio de la información noticiosa. Pues bien, ahora los l

Dureza de corazón y divorcio

Moisés enmendó la plana al Creador. Permitió el divorcio exprés mediane un "acta de separación". Alrededor de 1.200 años después, Jesucristo debe encarar este hecho cuando un fariseo especialista  en leyes judías le pregunta si un hombre "puede divorciarse de  la esposa por cuaquier motivo ". Es decir, la disputa después de la concesión mosaica había llegado al punto en tiempos de Jesús de que cualquier asunto podía servir de excusa para el divorcio. Desde luego, este no era el modelo a seguir, según les aclara el Mesías. Moisés, el gran legislador del Antiguo Testamento, responde Jesús,  permitió tal cosa (y aquí está el punto), debido a la dureza de corazón de los judíos, liberados por Dios de las esclavitud de los egipcios. Y desacredita esta costumbre remitiénose al plan original de Dios: Al principio de la creación no fue así . Había desde el principio, un "compromiso irrevocable" ( sacramentum) por parte de los cónyuges, quienes vienen a ser &

Frente al giro copernicano de las ideas, permanecer en la verdad de Cristo

Soplan vientos recios, desde los cuatro puntos cardinales, contra la doctrina de la Iglesia. Cuando esos vientos inciden en el cuerpo, se busca naturalmente abrigo. Nadie quiere que se lo lleve el viento. Pero, a veces, debemos aguantar a pie juntillas. No hay donde guarecerse. Respecto a la doctrina católica, sabemos que hay que permanecer en la verdad hasta el final. Sin embargo, la polvareda levantada por los ventarrones  impide a veces seguir con claridad el camino de búsqueda de la verdad. Estos son los vientos que circundan el alma. La doctrina, zarandeada hoy por los huracanes, apenas ofrece refugio seguro a la familia  y a su fundamento: el matrimonio. Los vientos provienen primordialmente de los media. El activismo sin pausa juvenil y senil entre el ruido producido por ellos, se alimenta de las redes sociales, propagándose en ondas sin límite velozmente. Al final, cada quien propaga lo que quiere en nombre de la libertad . Y, como consecuencia,  en nombre de esa misma l

Adecuarse a la realidad: así se concibe la palabra

La palabra es relativa a ser persona, no a la naturaleza. Es decir, no se habla por tener una cierta naturaleza, sino porque se es persona. Y debemos añadir: la persona tiene a la naturaleza; no al revés. De ahí que el hombre sea libre. En esa distancia entre palabra y naturaleza, media la libertad. La libertad es amiga de la palabra, que no le compete tampoco a la naturaleza. Por eso, los animales ni hablan ni son libres. El hombre elige lo que quiere decir y cómo decirlo. Ahora estamos en una mejor posición para ir adentrándonos en la verdad , por una parte, y en el amor por otra. El amor requiere de un encuentro con alguien, al que se le da una "respuesta espontánea". E n el amor n o hay tal como una premeditación, una razón ponderada para amar. De alguna manera nos sorprende el modo de ser del otro, sin cálculo de por medio, porque no hay nada que calcular: el amor esencialmente es sin fin y así conviene a la continuidad de la persona.  Le ocurrió a Melinda, una eje

Elogiar la conciencia, sí, mediante el estudio

Elogiar la conciencia..., está bien. Pero los juicios de la conciencia no son un absoluto. Decimos esto porque con el relativismo imperante, se ha filtrado ya la idea de que uno debe seguir la conciencia a ultranza. Lo cual es cierto. Ocurre, sin embargo, que por encima de la conciencia están los principios morales que rigen al hombre, bien desde su interior con la ley natural, o mediante la ley moral, los 10 mandamientos dados a Moisés en el monte Sinaí. Por consiguiente, no se puede separar el juicio de la conciencia de la verdad absoluta que viene dada por Dios, como una ayuda al hombre, para que camine en la rectitud. Dios no encorseta al hombre a base de mandatos, de obligaciones, de cumplimientos y de rituales. No. Ese no es el Dios de los cristianos. Se parece más a esa línea de los fariseos y escribas, consistente en atosigar la conciencia, esclavizándola, con una retahíla incontable de preceptos humanos, dislocados completamente de la voluntad divina. Entonces, hoy nos

Para siempre: el amor en el matrimonio

Ut semper!  Para siempre. Así, con estas palabras en latín, se despidió de mí Jêrome Lèjeune en la dedicatoria estampada en uno de sus libros, que guardo como una reliquia. No sabía entonces que poco después iba a morir. Juan Pablo II, al llegar a París en su primera visita, antes que nada visitó la tumba de Lèjeune y oró ante quien había sido un valiente defensor de la vida y de la familia, y acababa de fallecer. La causa de su proceso de beatificación de este brillante genetista que descubrió el síndrome Down, está incoada. Hoy nadie se atreve a decir "para siempre", unas palabras que a santa Teresa de Ávila le gustaba repetir, paladeando ya el cielo en la tierra.  Estas dos palabras se pronuncian por primera vez en la historia del hombre, cuando Dios señala con una sola, la unidad, como esencia del amor, al que se le inquieta con lo no perdurable ( Gn 2, 24; 1 Cor 7, 10-11 ). De esta manera visto, el para siempre  reviste el traje del amor, un regalo omnipresente d

La nostalgia del Edén: la familia

Ya no necesitamos a Dios. El hombre a encontrado la manera de engendrar hijos cuando le viene bien, sin más preámbulos. El problema del divorcio es el matrimonio. Eliminando a Dios, se olvidan las palabras originales al aparecer el hombre sobre la tierra. Desaparece el vínculo con el ser que nos crea, y la santidad de tal asociación.  Ahora puede uno ser lo que quiera. La persona cambia constantemente. El yo de hora no es el mismo con quien contraje un compromiso. El ser hombre o mujer es parte del libre albedrío.  La voz divina que nos recuerda ser hombre o mujer, para que unidos íntimamente en la aceptación del plan de Dios, permanezcamos en esa unión para siempre , por fin se ha tirado ya por la borda. Ya vale de ataduras dictadas por las creencias. Yo creo lo que quiero creer.  La verdad,  orgullosamente estampada por la Universidad de Harvard en su encudo, diseñado en 1643, esa veritas   se puede sustituir hoy por  opinion ; al fin y al cabo tienen ambas expresiones el mis

Inmigrantes y las obras de misericordia

La urdimbre del mundo global, aunque suene a tópico, no deja siquiera un resqicio por donde salir a respirar un poco de aire fresco que necesita la vida. Las uniones entre los países nos muestran teóricamente por donde avanzar en el caso de querer arrimarse al otro en busca de esparcimiento o de consuelo. Pero, no es así. Los caminos emprendidos por quienes verdaderamente necesitan donde cobijarse, se blindan a calicanto para impedir el paso. El engaño consiste en creer que los caminos son, como siempre han sido, para caminar. La realidad nos seduce por la anchura de las sendas, si bien, una vez emprendidas, sirven para situarnos ante la vigilancia minuciosa en cada una de las fronteras, que se trata de burlar en los últimos metros, zigzagueando entre los matorrales, con poco éxito. El cansancio, la agonía de los inmigrantes, cobra su cuota. Desfallecidos ante las paredes artificiales de alambres espinosos, sólo les queda implorar. Pero, no hay piedad, Las marcas de las fronteras