La nada en lugar de Dios: propuesta del sigo XXI

El humildico se jacta de ser menos que nada; es la humilde soberbia. El humilde reconoce la verdad de su ser. En efecto, poca cosa, pero es.

Claro, la grandeza de esa "poca cosa" se descubre al  conocer que, esa casi nada que se es, proviene  del propio Ser. Es el "dar-se".  Lo da porque  quiere, porque lo quiere, para que sea lo que él quiere. De aquí el atrevimiento de decir que sí a la realidad. 

El espacio y el tiempo son dones de habitabilidad, donde cada quien  se expresa eligiendo. Pues la libertad, otro don también para moverse en un espacio durante un tiempo, inderterminados, acompaña en esa travesía. Somos criaturas en medio del mundo creado.

Pero el querer moverse aquí o allá, hoy, ahora, por ejemplo, lo determina ese complemento del cuerpo, buscando sin cesar su razón de ser. Y después de muchas vueltas y revueltas acaba prendándose del amor: yo, mi persona entera, soy lo que soy por haber sido querido.
Aunque no quiera ya soy. Esta carencia, como diría Sartre, me arroja al mundo sin libertad. Y podemos decirle: Al contrario ---mon ami---, es una prueba irrefutable de libertad porque nadie puede no querer un bien, y la vida lo es. En efecto, la libertad se ocupa de bienes. Y  ser es mejor que no ser.

Ser relativo entonces mejora el no ser, porque desde él se puede elegir qué ser se quiere llegar a ser. Si estuviérmoa acabados totalmente, nos pareceríamos más a una esfera metálica. Podríamos rodar de una parte a otra pero ya configurados para siempre, como las esferas de Leibniz, sin ventanas. 

Es aquí donde se comienza a resolver la intriga que acaba en la crisis de las creencias. La creencia es una faceta de la verdad, una manera de relacionarse con la verdad, y porque se la reconoce como tal se está en ella, viviendo en su ámbito, en lo que se es, a pesar de la muerte.

Aunque se muere solo, el humilde no se espanta ante la muerte. El ser que somos no se disuelve con la muerte: el ser ha "nacido" para ser. Uno sabe  que su ser sigue siendo, de otra manera, sin tiempo. Su inteligencia, a la que escucha, le dice "tú no eres tonto", puedes acceder a la verdad, descubrir tus defectos, y, por consiguinete, "sabes" que el esperar tiene sentido mientras te preparas. Mil señales hay que  permiten intuir a dónde vamos,  como en un claroscuro. 

Todo eso que has venido eligiendo tanto tiempo, te ha configurado tal como eres, y así puedas seguir siendo para siempre lo que has decidio ser. Al final, no hay vuelta de hoja, que se dice. Atentar contra la libertad sería intentar cambiarlo.

No hay nada en lugar de Dios. Hay Dios en su lugar: Siempre,  en el silencio sideral, en el centro de la tierra, es todo lo que es. Más allá del ser, hay sólo Ser. La soledad es también ser sin nadie. Sin amor posible. 


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