Los científicos y la verdad a medias

Cuando los científicos se salen de su campo, hay que ponerse a temblar.

El mexicano Raúl Rojas, que trabaja en Alemania dirigiendo el departamento de Inteligencia Artificial de la universidad Libre de Berlín, ha sido premiado  por la Unión de Universidades de Alemania, que agrupa a más de 28 mil docentes, con el título de profesor universitario del año.

Entre sus proyectos incluye el de conducir un coche con el cerebro y dotar de sillas de ruedas a los discapacitados manejadas simplemente por las ondas electromagnéticas del cerebro.

La serie de logros del Profesor Rojas con su equipo resulta encomiable. Pero no falta que, en sus declaraciones, acuciado, quizá, por el acoso de los periodistas o dejado llevar por la ligereza de la vanidad de quien tiene en su haber logros de altura, llegue a decir que "la mentira es la forma más alta de inteligencia", y  que, por esta razón, los seres humanos son más inteligentes que los robots, que no pueden mentir nunca.

En el  campo de la moral, la mentira siempre es un mal. No hay paños calientes para las mentiras piadosas. Toda la investigación tiene su fin, precisamente, en ir arrancando a la realidad la verdad que encierra, eliminando las conjeturas personales que no cuadran con ella. 

El ámbito de la inteligencia es la verdad. Nada que se distancie de ella, es digna de tener siquiera un rincón en esa facultad del espíritu.

Por eso, aunque llamemos inteligencia "artificial" a las pautas pautadas de los movimientos de un robot, diríamos que son formas de hablar, pues estos mecanismos carecen de inteligencia, aunque a través de sensores obedezcan los impulsos recibidos de algo o de alguien más.

Consecuentemente, estos robots no pueden hacer otra cosa que aquello para lo que están programados. Las nociones de verdad y mentira, quedan fuera de su ámbito.

Quienes se mueven en el campo de la Teología, conciben a Dios como la Verdad, que corresponde a quien es la Inteligencia  máxima. Se asocia siempre la una con la otra: el buen uso de la inteligencia lleva a la adquisición de la verdad, en el caso de los hombres, después de una búsqueda esforzada. La malicia, que depende de la voluntad, es lo que podría torcer ese fin propio de la inteligencia, para dar lugar a la mentira. 

Por tanto, si se nos permite contrariar en este punto al Profesor Rojas, a quien felicitamos por su distinción, es que la forma más alta de inteligencia se da cuando se posee la verdad en su totalidad, sin mezcla de mentira alguna. Es el diablo a quien  se le llama  "padre de la mentira", y por eso mismo, ocupa el lugar que le corresponde, inferior a Dios, que es la Verdad, por no querer aceptarla.



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