¿Se puede perder la "filiación divina recibida en el Bautismo"? (Sólo para ociosos)

La noción de la filiación divina  está bien establecida en la Iglesia desde sus comienzos. Por medio del sacramento del Bautismo, se recibe este don, prenda de salvación. Por eso, el bautizarse representa la primera llamada determinante a la vocación cristiana de largo alcance: la santidad.

Asalta la objeción de su permanencia, es decir, si esta gratuidad recibida por medio de la "gracia santificante"  del Bautismo, se puede perder con el pecado mortal. Sabemos que, precisamente, el pecado grave lleva a la pérdida de la gracia santificante. Pero, ¿se interrumpe, cesa la filiación divina con la gracia, o son dos realidades que, si bien coincidieron en su origen, el Bautismo, tienen una existencia independiente después? Puesto de otra manera más simple: ¿depende la filiación divina de la gracia santificante?

El carácter bautismal es una realidad diversa de la gracia santificante (según Tomás de Aquino, S, Th. III, q. 63, a. 5, c, ad 1). El cristiano ha sido hecho hijo de Dios por la gracia del Bautismo. Aunque después perdiera la gracia, permanecerá para siempre la señal indeleble del carácter sacramental, que le recordará, entre otras cosas, que vuelva, como el "hijo pródigo" a la casa del Padre. Es decir, el carácter bautismal permanece sin la gracia santificante.

Esta filiación adoptiva difiere de la "filiación humana". Mientras ésta permanece invariable sin acepción de grados (se es "hijo" de un padre, sin más), en el caso de la filiación de adopción, recibida en el Bautismo, se puede crecer haciéndose más íntima hasta la plenitud de la gloria. Pero, ¿se puede perder?

Este crecimiento se liga al crecimiento de la "vida sobrenatural", y, por tanto,  la "filiación adoptiva" se puede perder. La transmisión de la "vida sobrenatural" cesa por el pecado mortal, al extinguirse la "gracia santificante", como vemos en la parábola del "hijo pródigo", donde el Padre pronuncia dos veces la sentencia de que mi "hijo estaba muerto". Pero se puede "volver a la vida" (Lc 15, 32), con una intimidad incluso mayor que antes. Nada está perdido cuando se quiere volver a la casa del Padre mediante el arrepentimiento. De esta manera se deja de ser "esclavo" para volver a ser "hijo de Dios", incompatible con el pecado y con cuya presencia se  impide participar de la herencia.

De aquí que, la filiación divina no puede separarse de la vida sobrenatural: "se recibe o se pierde con ella" (Cf.  Ernst Burkhart-Javier López, Vida cotidiana y santidad en la enseñanza de San Josemaría, Tomo II, Ed. Rialp, pp.146-147).













Comentarios

  1. Asalta la objeción de su permanencia, es decir, si esta gratuidad recibida por medio de la "gracia santificante" del Bautismo, se puede perder con el pecado mortal. Sabemos que, precisamente, el pecado grave lleva a la pérdida de la gracia santificante. Pero, ¿se interrumpe, cesa la filiación divina con la gracia, o son dos realidades que, si bien coincidieron en su origen, el Bautismo, tienen una existencia independiente después? Puesto de otra manera más simple: ¿depende la filiación divina de la gracia santificante? página importante

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  2. Tengo un amigo que también se llama Alexandro, y tiene exactamente las mismas dudas que tú respecto a este tema....

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