¿Por qué no cambiamos los vicios? (Dale a tu cuerpo alegría, Macarena)


En realidad, quizá el camino más fácil para vivir en sociedad, consista no en suprimir los vicios o a los viciosos, sino dar al concepto de vicio un tono positivo.

¿Cómo? Lo propone la miembro  de la Real Academia Española (RAE) de la Lengua, Soledad Puértolas: se le quita al vocablo vicio todas sus connotaciones negativas, y podríamos construir, sin más, un país modélico. Al suprimir las diferencias entre virtud (hábito razonable que nos hace capaces de alcanzar la felicidad) y vicio (que es su opuesto, que, junto con la maldad y el pecado, impiden alcanzarla en su camino irracional), todo se desmorona. El sistema educativo de miles de años, se debe actualizar ahora a los dictado de la RAE. Volvemos a caer, como en los tiempos de Platón, en el "azar" y la "oportunidad", algo parecido a la propuesta del Nobel de Medicina de 1965, Jacques Monod, donde propone la "obscuridad del futuro".

Ya no se trata de pulir durante semanas el músculo de una escultura, como hacía Miguel Ángel para alcanzar la perfección debida de esa parte en relación con el conjunto general de la obra.

Ahora bien, si algo no le gusta como luce, cambie el plano general hasta ajustarlo al resultado de su conducta. No debe intentar por medio de la repetición de actos, su configuración con el plan establecido. Mejor todavía: ya no plan; cualquier conducta es aceptable. Los jueces severos son cosa de la educación del pasado, causa de tanto quebranto de la personalidad de niños y jóvenes. Como dice el estribillo de la canción, mundialmente conocida: ¡Dale a tu cuerpo alegría, Macarena! (bis).

El problema con las filosofías de este corte radica en su falta de credibilidad, porque la alegría no se consigue "dando" al cuerpo lo que pide, sino como el resultado de una acción buena. Es decir, esa acción que se ajusta a la razón humana (para el no cristiano) y al plan de Dios (para el cristiano, ya que la razón ha sido dada por Dios para discernir su plan).

La alegría nace del saberse creaturas divinas. Esto significa que en la creación hay un "orden" para cada cosa, y ese "orden" es divino, es decir, es la misma esencia de Dios. No es algo postizo, como algunos autores contemporáneos abundan en afirmar, una "imposición" al hombre para doblegarlo de acuerdo aun plan, No. Es el mismo Dios que se desdobla para mostrar al hombre el camino de la felicidad, según su naturaleza.

Perder de vista esta relación, lejos de abundar en la "libertad" humana, la confunde y lleva a una rebeldía permanente contra quien es su creador y guía a través de esa naturaleza, la misma que mueve a Eva y Adán a cubrirse con pieles de animales porque "se sintieron" desnudos, al desobedecer el plan maestro de la creación, un plan divino, perfectamente ajustado a su diseño original.

Si los cambios de "paradigma" nos llevaran a intuir una mejora en la vida y relación de las personas, es decir, si después del desorden artificialmente impuesto por el hombre la improbable aparición del "azar" nos llevara de nuevo a un "orden" de nivel superior  de vida al ya disfrutado anteriormente, quizá se podría apostar por ello en una rapto de locura.

Pero ya sabemos que ese camino no se puede dar. Nuestra razón participa del razón del Creador y, eso supone, que la razón practica con sus primeros principios aclarados en las ordenanzas del Sinaí, ya estaban en la conciencia del hombre. Estos principios son luz que guía el caminar del hombre, y las virtudes son naturales apoyos para obrar el bien, y tienen así un "carácter sagrado", que lleva a la vida.

Romper con esta verdad natural, sí representa una apuesta diabólica por volver a la rebeldía original, que lleva a la muerte. Pero esta "obscuridad"  de Monod, no forma parte del programa divino. Ésta surge al apartarnos de él. Y si a un vicio se le quita lo negativo, ¿qué queda? Nada.







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