Por qué si leemos lo mismo, no pensamos igual

La libertad juega malas pasadas. Una de ellas consiste en comprobar una y otra vez cómo quienes han pasado por las mismas aulas, con familias muy parecidas en cuanto orientación y valores, no piensan de la misma manera. ¿Por qué?

Desde muy joven me solían decir: "Ve qué dice sobre este asunto santo Tomás de Aquino". Ahora, algunos recomiendan: "Mira lo que dice el Catecismo de la Iglesia". Claro, no hablamos de problemas de matemáticas, donde resulta fácil encontrar a un experto para resolver el galimatías. No. Se trata de problemas morales.

Pero, ¿qué tiene que ver la visión de la vida y sus implicaciones morales con el tener puntos de vista distintos sobre el mismo problema?

De entrada, ningún matemático cuerdo aceptaría tener soluciones distintas para el mismo problema. Pero lo que en ciencias ya asentadas resulta inverosímil, se toma hoy en día como viable en los círculos sociales donde la costumbre lleva  a reunirse con sus iguales. A fin y al cabo, estudiaron en los mismo colegios y sus respectivas familias eran muy parecidas.

Tomás de Aquino es un lince, y le han llamado "seráfico" además de "doctor" de la Iglesia, y a sus escritos se les considera de valor "perenne".

Para tratar de contestar, aunque sea de manera parcial, el porqué las diferencias en modos de pensar respecto a cuestiones de máxima relevancia, por ejemplo, si Dios existe; si después de esta vida hay otra de eterna duración; si esa vida eterna puede ser gloriosa o maldita "según las obras" de cada quién; si todos los hombres están llamados a la santidad por decisión divina, pero existe la libertad para aceptarlo o no; si... Hay muchas más cuestiones.

Lo que resulta lógico de estos planteamientos de suma importancia, viene dado por la respuesta: no puede ser "sí" y "no". O bien lo que se afirma es verdadero o no lo es.

Pero, ¿porqué las diferencias después de tantos años de pasear el hombre por la tierra? El teólogo Tomás, se fija en el entendimiento de las personas. Por supuesto, el hombre tiene un entendimiento natural ve las cosas al modo humano, como es lógico, y aun sin acabar nunca de comprenderlas del todo, alcanza mediante el estudio, la observación y la reflexión una idea de la realidad considerada. El agua, por ejemplo, se puede ver como un compuesto de hidrógenos y oxígeno, o como líquido vital para las especies animadas, entre otras apreciaciones.


Sin embargo, nuestro amigo Tomás, ha estudiado a fondo los dones que pueden adornar, potenciar, las facultades del hombre. San Pablo, cuando se dirige a los intelectuales reunidos en el Areópago de Atenas, sin conocerlos de nada, les comienza  a hablar del "dios desconocido", de ese Dios al que ellos, en su lógica de categorías, le habían dedicado un lugar, una hornacina, en las calles de la ciudad, por si acaso, para no dejar a ningún "dios" fuera.

Sabía san Pablo que era necesario creer en el Dios verdadero, para entender toda la doctrina que les iba a anunciar sobre el cristianismo. En primer lugar, el cristianismo es, era, una persona, a la que había que imitar viviendo como él vivió cuando el Hijo se hace hombre. Pero, su segundo punto, después de hablarles de la creación (¡a los griegos!), les deja claro que la "santificación" del hombre es posible después de la redención porque interviene el Espíritu Santo. El hombre solo nada puede, pero con la "gracia" del Santificador, todo es posible.

Pues bien, el Espíritu Santo se despacha con sus dones operativos para que el hombre pueda lograr su fin. Así, pues, el don de entendimiento,  cuando carece de este empuje "sobrenatural", su fe queda limitada al "ver humano". Y sucumbe cuando se producen dos vicios (¡hay vicios!) principales: la ceguera espiritual y el embotamiento del sentido espiritual.

Entonces es cuando la fe se disuelve, y no puede penetrar las verdades más simples de nuestra salvación. Mientras la lujuria (desorden carnal) produce la ceguera espiritual al impedir casi por completo el aprecio de los "bienes espirituales", con la gula (abuso del comer y beber) se embota el sentido espiritual.

El resultado, que es a donde queríamos llegar, de la presencia de los dones (es solo un caso) depende que se entienda mejor el camino a seguir. Y el dar suelta a las pasiones reduce la capacidad de entender lo que se nos ha revelado y creemos por la fe.

No hay lugar ahora para más disquisiciones. Pero con este ejemplo podemos mostrar porqué quienes han tenido unas lecturas, una educación similar, el vivir la castidad y la templanza se relaciona con el entendimiento, aun de las cosas mismas de nuestro entorno al modo humano. Su relación es más intensa en las cuestiones sobrenaturales.

Por eso, nuestro santo amigo, Tomás de Aquino, llegó tan alto con su entendimiento de las cosas y de la fe porque vivió la pureza de vida como un ángel. De ahí su apelativo de "seráfico".










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