Dora Maar, la amante de Picasso del Guernica, convertida al catolicismo




Dora Maar.



La vida de, quizá, la más famosa amante del pintor Pablo Ruiz Picasso, se parece, guardando la distancia, a la de la Samaritana, inmortalizada en los evangelios, después de la conversación mantenida con Jesús en el brocal del pozo de Siquem, en Samaria.

En ese encuentro, bellamente narrado por san Juan, queda al descubierto la "vida" de esta mujer, que había tenido cinco maridos, y, el actual, no era so cónyuge.

Eran otros tiempos, se apresurarán a decir algunos. Es cierto. Pero la verdad de ese encuentro, aparentemente fortuito, encierra una profunda conversión, que nos propone a la mujer como ejemplo de la misericordia divina.

Pues bien, algo así va a ocurrir con la persona de Henriette Markovitch, conocida como Dora Maar. Entre otros muchos, esta mujer cayó bajo la red de las amantes de Picasso. Ella es quien aparece pintada por tres veces en el famoso cuadro Guernica, de 1937.

Su rostro quedó también plasmado, con los rasgos del cubismo, en otros lienzos. Pero, lo importante a destacar es la conversión de Dora Maar, durante los últimos años de su vida, vividos en un apartamento de París, en una pobreza extrema, aunque guardaba con ella 130 cuadros de Picasso.

No se suele explorar este punto revelador, aunque se pone por las nubes la figura de Picasso, depredador de mujeres, como si su Guernica fuera la salvación del mundo. Un hombre que permaneció insensible al daño causado a tantas mujeres como pasaron por su vida. Para algunos de sus críticos, Picasso nunca supo de la alegría en su obra pictórica, y en el Guernica, se acaba la esperanza, como ocurre en la visión de Dante en la entrada del infierno, asesorado por Juan Larrea, un republicano en París, amigo del Pintor.

Para Dora, ella misma pintora de gran sensibilidad, Picasso cambia de estilo con la llegada de una nueva amante a su vida. 

Lo interesante de esta tan agitada vida de Dora Maar, es que, siempre hay lugar para la conversión, con independencia del tipo de vida llevada.





Comentarios

  1. me encantó tu columna. Creo que las biógrafas no le han querido dar relieve a este aspecto espiritual de la fotógrafa. Yo viajaría a Notre Dame sólo para rezar en el reclinatorio de la notable conversa. Mil gracias

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