Futuro incierto: ¿No es esa la esencia del futuro?



(Consecuencia del principio de incertidumbre: Consiste en no poder conocer ciertas cantidades como la posición y la velocidad de una partícula con precisión simultánea, es decir, si quisiéramos conocer la posición de un electrón con precisión en un determinado instante, es necesario iluminarlo con luz, utilizando un cuanto de energía de un fotón, el cual producirá presión sobre dicha partícula (electrón), alterando el valor de su velocidad.)




Resulta increíble. Cuantos más datos se acumulan (andan cerca de los 3 ¡trillones! diarios),  cuando todo parece quedar bajo control, medido, mayor es la incertidumbre en el mundo.

La acumulación de datos, va permitiendo que el hombre, sea sustituido por algoritmos en la toma de decisiones. Se pretende llegar más cerca a ese bien común, meta plausible desde tiempos antes de Aristóteles, si bien se dice que, ese bien común, deseable, es el menos común de los bienes, reducido a veces sólo a una dimensión económica, o a un planteamiento naturalista.

Quienes impulsan esta acumulación de datos, pretenden de alguna manera conquistar esa felicidad tan escurridiza, siempre añorada por el hombre. Esa es la apuesta.

Sin embargo, no queda claro el camino a seguir. Por ejemplo, un gran porcentaje de la "variancia" (perdón por esta "palabreja" tan relacionada con el análisis de datos) se explica por el egoísmo de las personas, que quieren dejar de serlo para convertirse en animaluchos salvajes.

Sería interesante conocer en este mundo de proporciones cada vez más desinteresado de los demás, se diseña el algoritmo para disminuir la concurrencia de los vicios (ahora que la Real Academia Española, RAE) está trabajando en mitigar lo negativo de este concepto (¿qué nos quedaría si a lo negativo de un concepto le quitamos lo malo?) y estimular el crecimiento de las virtudes.

Porque, seamos claros, una conducta del hombre es recta o no lo es. Mantiene al hombre en el camino para alcanzar su fin o lleva a la perdición. Dirige a las personas a su salvación o a su condenación. No hay tierra neutra. Y valdría la pena que, desde el principio, desde la más tierna edad, los padres enseñaran a los hijos esta verdad elemental, para pasar después a matricularlos en una institución educativa donde se continuara con estas enseñanzas, que tocan toda la vida del hombre, en todas sus facetas.

En fin, si los hombres se desentienden del verdadero significado del egoísmo y de la virtud, resulta ininteligible cómo se puede crear un algoritmo a partir de los datos para dinamizar y exaltar el camino conducente a la perfección humana. 

Ningún algoritmo  puede proceder a formular una decisión, si, por el motivo que fuere, no se analiza y se aprueba antes por un hombre, de acuerdo con el modelo de hombre que cada uno estamos llamados a ser. 

Ni modo que, en el juicio (todavía vigente), le echemos la culpa al algoritmo que nos tocó en  suerte. La incertidumbre se pasea por la vida de los hombres, y se agranda, cuando el hombre deja de comportarse como tal. Y no resulta fácil comprender cómo quien no se comporta como lo que es cree un algoritmo para corregirse. 

La virtud corrige siempre la incertidumbre, y se adentra  uno en el futuro con paso más firme.



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