¿Pinche Descartes?





En México y otros países latinoamericanos, la voz pinche connota a alguien despreciable, palabra siempre malsonante, lejos del ayudante en la  cocina de tierras españolas.


Conviene aclarar este asunto, y su relación con Descartes, pues su presencia en los argumentos de calado está por doquier. 

Patricia Soley, experta en Sociología del Género de una universidad escocesa, confesaba su fascinación actual con lo "transgénero" (palabra no recogida por el diccionario), porque "vacía de significado categorías" ya establecidas. Se trata de ajustar el cuerpo a la mente, defiende la experta.

Asimismo, el conocido periodista Vicente Molina Foix, transita elegantemente por una sinuosa elucubración que pretende  pedir "algo más" a cristianos y creyentes islámicos en relación con los horrorosos crímenes  perpetrados por el islamismo radical. Por ejemplo, se pregunta el autor, si un "católico integrista" protestaría por un atentado en contra de una manifestación de mujeres que piden el humanísimo derecho al aborto".

No podemos evitar los ecos cartesianos de estos raciocinios, filtrados desde el siglo XVI en las poderosas mentes de algunos de los intelectuales de hoy. Es decir, porque se piensa, entonces debe existir lo pensado. 

Por eso se debe "ajustar el cuerpo a la mente", según P. Soley, y respetar el "humanísimo" derecho a abortar sin cortapisa alguna. El segar la vida a un indefenso, es nada cuando se compara con un crimen cometido por un terrorista de DAESH.

No hay bien o mal de por medio. El pensar de esta o de aquella manera, da carta de ciudadanía a la acción, sin más.

Pobre Descartes. Estamos seguros de que su visión moral, su conciencia profundamente religiosa, no le llevaría a aprobar tales  acciones, pero esa forma de pensar suya, tan independientemente aislada de la realidad, ha ofrecido sin pretenderlo, los argumentos a algunos "intelectuales" de nuestro tiempo para hacer, no lo que les venga en gana, sino lo que pasa por sus cabeza, lo que piensan.

Por tanto, no creo que Descartes se merezca el adjetivo de pinche a la mejicana, sino el deseo de que se convirtiera en realidad pensando bien, todo lo que hoy día trastorna el mundo por ejecutar lo mal pensado.

¡Ojalá Descartes hubiera sido un pinche de cocina capaz de realizar lo bien pensado!, porque era bueno.

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