España: Ya ha perdido las elecciones antes de celebrarlas.
La figura de Pinochio nace el 7 de julio de 1881.
Creada por el periodista Carlo Collodi (en realidad,
Carlo Lorenzini), presentaba en una publicación de su tiempo
las peripecias de una figura tallada en madera que se convierte en
persona. Su pertinencia a este artículo se debe a la mentira,
una moneda de cambio que lo llena todo. Sin embargo,
esta moneda que corrompe todo lo que toca, no les
alarga la nariz a quienes así obran.
Pero sobre todo, ya, desde ahora, se registran en el país más defunciones que nacimientos. El invierno demográfico, del que se venía hablando desde 1990, ha congelado la vida. España se ha quedado sin defensas.
Cuando no se le elige la vida, ya se ha perdido la capacidad de elegir. Esto es verdad, con independencia del partido político contendiente que gane las elecciones. Quienes creían que la buena vida consistía en bienestar económico, en andar a diario de bares, en follar a cualquier hora con quien sea, hombre o mujer, ahora pueden ver el resultado. Todo en nombre de la democracia, claro, y de la libertad de expresión (en general, sin complemento directo, sin decir qué).
El fondo de pensiones no alcanza: ha sufrido una merma espectacular, que, de seguir así, ya no es sostenible: se están comiendo ahora los fondos ahorrados de las pensiones. Aumentan los casos de sida porque, eso sí, hay verdadera actividad sexual, sin tapujos.
El candidato del partido recién formado Podemos, Pablo Iglesias, a pesar del apellido no va a misa ni en pintura. Tampoco sus partidarios pueden pronunciar la "j" y escriben el nombre del partido con "p". Son los campeones en la defensa de los gobiernos de izquierda radical, y su líder visita y apoya a Tsipras, comunista, en Grecia, con subvenciones por "servicios" prestados en Sudamérica (Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua), que suman un monto de 5 millones de euros, en una década.
También quieren dar brincos para ganar una curul los del Partido Animalista Contra el Maltrato Animal (PACMA), de reciente formación.
Pedro Almodóvar, como es gay, apoya un gobierno multicolor, una especie de arco iris, que a muchos nos les importaría ponerlo como bandera española. Y quieren algunos desgajar Cataluña y el País Vasco.
Creemos que no se trata de ir con los partidos nuevos por serlo, con juventud, sino de rectitud, una noción que se escapa a una parte de los españoles, quizá a quienes más protestan, que tildan de incompetentes y aburridos a los partidos nacidos tras la muerte de Franco, hace ahora 40 años.
Todos, incluso los media, se llenan la boca y las páginas con la tan manida "corrupción", y culpan a todo el mundo, los reyes y sus hijos, los empresarios, los dirigentes de la banca, futbolistas y directivos de grandes clubes, políticos y terroristas del Daesh hasta en Pamplona, donde hace unos años se llamaba a la ciudad "sucursal del Vaticano" y ahora profanan la Eucaristía en salas de arte.
En fin, la corrupción, una vez despojada de toda la hojarasca que la envuelve, muestra su esencia y se queda en pura y simple mentira.
Se mienten los cónyuges en el matrimonio (mucho más cuando son "sólo" pareja"), los actos conyugales ni son unitivos ni procreativos; los hijos, cuando los hay, no saben a dónde mirar para ver un ejemplo digno de seguir; la casa entera huele a mendacidad. En muchas escuelas, en nombre de la libertad, se desentienden de la ética.
Y si en la familia se mienten los cónyuges, en la sociedad se acaba creyendo que la moral es un árbol que da moras. Por todo esto, rastro de muchos años, España ha perdido las elecciones antes de celebrarlas. Sin vida, no hay esperanza.
(Si no se ha caído todavía la Península es que aún hay por lo menos diez justos. Prueba contundente de la Misericordia divina).
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