Redes sociales

Podemos pasarnos la vida contestando "depende" cuando nos interpelan sobre los efectos de las redes sociales. Con frecuencia, equivale este comentario a una respuesta evasiva, que no dice nada.

En seguida, distinguimos dos planos: el societal y el personal. El primero no cesa de traer quebraderos de cabaeza a las grandes potencias y también a las pequeñas sociedades. Los ciberataques están a la orden del día. China tiene verdaderos sabuesos en este menester, aunque jamás admitirá como país el continuo estrutinio de las instituciones que le interesan. Por ejmplo, Estados Unidos.

Asimismo, Rusia no ceja de realizar operaciones, prcisamente ahora que se ha desatado una especie de "guerra fría" con Europa occidental a raíz de las escaramuzas en Ucrania. Concretamente, Alemania de ha quejado de espionaje cibernético y todas las pesquisas apuntan hacia Rusia.

A su vez, Estados Unidos ha estado espiando a todo el mundo, amigos y enemigos, según queda cada día más claro en los informes generados por Snowden, exiliado en  Rusia. Y los yihadistas persigues en las redes a la televisión frencesa, por ejemplo. En fin, el tema no se resuelve sólo con estas observaciones.  

En efecto, debemos considerar, además, a todos los ciudadanos de a pie, en cualquier parte del mundo. El trabajo profesional se elude a mansalva mientras se "juega" en las redes; si este trabajo se refiere al mundo estudiantil, resulta que la permanencia en las redes viene a ser una cuestión de hombría y de solidaridad. Estar disponible a cualquier hora para lo que sea.

Pero lo que ocurre a nivel internacional, donde los países quedan ahora más cercanos que nunca, ha resultado en una completa inhibición de quienes deberían dar la cara en los asunto cruciales, de vida o muerte. Antes de las redes sociales, se sabía quién o quienes ostentaban el poder en una región o en el mundo. Ahora no es así. 

Las cosas, los problemas, son hoy mejor conocidos que nunca, gracias, podríamos decir, a los sistemas avanzados de comunicación. Pero, simultáneamente, el conocer estos problemas, de los que siempre los humanos nos hemos preocupado, lleva a una especie de parálisis y rondas de conversaciones donde nada se acaba por resolver.

La "primavera árabe" pudo dar esperanza a muchos en el primer momento, como resultado eficaz de las llamadas por medio de las redes. Todos conocían el lugar y el momento de la reunión para representar un descontento de cara a las autoridades y al mundo. Pero luego todo se hundió. No se dio una conducta sostenida por parte de quienes podían haber realizado una protesta y plantear una solución.

El uso de las redes sociales puede llevar con facilidad ---hay millones de casos en el mundo--- a la perversión y a la dependencia. Provocan un activismo constante, tan lleno de vacío. Quitan tiempo a lo verdaderamnte importante. E impiden la reflexión necesaria para los planes que nos configuran como lo que realmente somos: personas.













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