La guerra de la economia

No sé bien si asociar estos dos términos, "economía"---"guerra", como una relación disyuntiva o bien copulativa. Es decir, como "economía o guerra", o "economía y guerra". La persona no es un ser angelical y, se nos cuele olvidar que, si no se encauzan sus costumbres, a veces, o con mucha frecuencia hoy día, ataca al hombre.

Al abrir las secciones de cualquier periódico o medio de comunicación social, vemos un sinfín  de informaciones conflictivas que se originan por diferencias en cuestiones materiales, de control, que pueden ir escalándose hasta la confrontación bélica: la eliminación del oponente por la fuerza.

La escasez,  la ambición y la venganza pasando incluso por el capricho personal (ahí tenemos el ejemplo de la promesa de Herodes a la hija de Herodías por su baile delante de sus invitados, quien le pide la cabeza de Juan por indicación de su madre), son algunas de las causas de llegar hasta la destrucción física del otro. 

Las desavenencias matrimoniales rara vez llegan a este extremo, aunque los media, con su directriz de llamar "pareja" a quienes viven bajo el mismo techo (resultado de una propuesta de la ONU para el Año Internacional de la Familia de 1994), catalogan como "violencia de género" a cualquier agresión a la mujer con la que se cohabita, aunque nunca estuvieran casados. De ser así, veríamos de forma descarnada, cómo las "uniones irregulares", siguen con frecuencia la pauta del refrán: "Lo que mal empieza, mal acaba". 

Vemos que en el mundo actual interesan mucho las estadísticas, pero no las causas de los fenómenos señalados. Esto son algunas de las consecuencias de aplicar en todo y para todo las directrices científicas. Mientras nos muestran continuamente las frecuencias crecientes de tantos crímenes cometidos desde el hogar hasta  las calles de las grandes ciudades de países desarrollados a plena luz del día,  son pocos los que se aventuran a exprimir esos datos y a pensar en términos de que la mujer, por ejemplo, cada día es un objeto más en los juegos sociales como ejecutivas o como parejas sin compromiso perdurable en un formación que pretende ser familiar.

En el fondo, se ha querido decir que la mujer es como el hombre, y, eso, lejos de producir asombro resulta una mentira que nadie se la cree. Ella es lo que es, un ser humano femenino con unas potencialidades distintas que las del hombre. La queja de inseguridad aparece cada día en las noticias del mundo. La violencia se expande hasta la locura, a costa de los más débiles, como si esto fuera el curso de una fuerza evolutiva imparable, como si no hubiese moral. Como si el hombre no estuviera dotado de libre albedrío, como si la libertad cristiana se hubiera dessentido del amor.

De mil maneras se fomenta la prostitución, pero no se dice de la ruptura de hogares que tal práctica causa. Se pretende que sea una "profesión"  normal, como cualquier otra, cuando nadie invitaría a tales profesionales al salón de su casa para departir con la familia. Son sin embargo, las prostitutas las que sufren tratos inhumanos por parte de quienes las procuran, pero, suponen un gran "bien" para la economía. 

Nadie se atreve a decir que todo esto es un mal, aunque sea peor procurar erradicarlo. Otra cosa es que las estadísticas nos muestren los vaivenes de esta "profesión", pero pocos se adentran a mostrar las causas de este proliferar indeseable, aun para las mismas profesionales.

En todos los escenarios en donde se procuce la violencia en cualquier  grado, tiende a darse un desinterés por la persona. Y nos solemos olvidar que las personas pueden ser un peligro para las personas, y que todos los crímes nefandos están realizados por tales.






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