La endemia del relativismo

El mundo pierde su fuerza. El relativismo rampante de nuestra cultura, impide sostener si  el punto de vista exhibido contiene un ápice de verdad. Se detesta hablar de verdad; se tilda de reaccionario a quien se atreva a hacerlo. Consecuencia de esto: el fin justifica los medios.

Uno por uno, los castillos de opinión se desmoronan. La gente no cree en Europa, pues cada quien piensa que la torre más alta es la de su pueblo. Tampoco cree en los  partidos por los que vota, porque no acaban de llenarle el ojo. La alternativa a Europa es mi terruño; la del partido político, mi personalísima idea.

Pero ocurre lo mismo con la idea de justicia y el calentamiento global. La justicia de Venezuela, por ejemplo, se ajusta a lo que quiere el gobierno, y destierra cualquier otro reclamo. Los reclamos de la asociación Greenpeace, acaban de hollar un recinto peruano para manifestar su protesta, cuando los representantes de los gobiernos mundiales trataban de concretar un acuerdo sobre el calentamiento global. Se disculpan ahora, pero es lo que llevan haciendo desde que nació esta organización: la justicia son ellos, nada más, y pueden invadir lo que les viene en gana. El fin justifica los medios.

A propósito de esta reunión en Lima sobre el  calentamiento global, llamado así  por Al Gore y sus corifeos, quienes más consumen no quieren aportar fondos para la causa (China y Estados Unidos). Pero lo más interesante de este planteamiento es que el consumo de carburantes es la principal causa de este supuesto calentamiento. Pues bien, todos saben que, precisamente en estos momentos, el precio de estos carburantes está bajando hasta  llegar a mínimos de escándalo que, según los especialistas, tocarán fondo en los 40 dólares por barril (de los 120 dólares que solía).

Esto significa que, a menor precio, mayor consumo. Y, a mayor consumo, mayor contaminación ambiental; justo lo que se trata de evitar a toda costa.

Pero nadie tiene la fuerza moral necesaria para exigir lo que es debido a los demás, aunque su comportamiento, el que sea, afecte negativamente a quienes viven fuera de su casa.

Dadas así las cosas, Ban Ki-moon, secretario general de la ONU y los que, como saltamontes, van de una reunión a otra, y no calientan ni un café con todo el vapor de sus discusiones. Hablan y hablan de los males que nos aquejan, pero al llegar a las causas, se dan cuenta, por ejemplo, que Israel vende armas a India, junto con Rusia y Estados Unidos. Sin embargo, todos rompen lanzas por la paz, y echan a volar palomas blancas, símbolo de la inocencia de sus aspiraciones.

Esto, sin tocar las torturas que, a diestra y siniestra, como medios, se empecinan en justificar debido a las altas miras de sus fines. Se pueden torturar en aras del bien común, un bien que yo defino como tal. Estados Unidos dixit. Nunca el mal infligido a una persona, se justifica.

En fin, mis queridos amigos. Cuando la verdad se descafeína, no hay manera de resolver el rompecabezas, por mis reuniones bienintencionadas que hagamos.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio

La noche de las Perseidas, y san Lorenzo de Azoz

A veces se nos olvida que lo santos vivieron ---y viven--- en la tierra