El cardenal Van Thuán, un vietnamita camino de los altares


Por medio de D. Marcelo Garza Lagüera, un empresario de Monterrey, conocimos al cardenal vietnamita François Xavier Van Thuán. Acogedor, con excelente dominio del castellano, nos abrió las puertas de su casa en Roma, cuando lo visitamos a raíz de algún acontecimiento de los muchos que se celebran en la capital italiana.

Su casa estaba en  el palacio de san Calixto,  sede de algunos de los dicasterios del Vaticano, sito en  uno se los barrios más antiguos de Roma. La sorpresa fue que, como san Alejo, vivía en el recodo de una de las escalinatas del palacio de Justicia y Paz. 

Nos invitó a comer en un restaurante vietnamita. Esta lengua resulta más difícil que el chino, según nos contaba nuestro anfitrión,  debido a que su fonética guarda cuatro o cinco zonas distintas de la laringe para pronunciar sus palabras. Pedimos sin rechistar el platillo recomendado por el cardenal Van Thuán,  la sopa de bambú, un sencillo pero sabroso guiso, cocinado a la perfección en ese lugar del Transtévere.

Al ir desgranando las facetas de su vida diaria, supimos  que iba todos los días al mercado a comprar lo necesario, que debía elegir cuidadosamente porque sus emolumentos mensuales entonces rondaban los  300 dólares.

Cuando regresamos a su casa nos quiso enseñar su lugar favorito. En un recodo de la escalera, en frente de donde el dormía, tenía reservado el Santísimo en un relicario discreto. Supimos que durante los 13 años que permaneció encarcelado en Vietnam a causa de su liderazgo en la fe católica, en una celda de bambú, sin privacidad alguna, se valía, de alguna manera, para celebrar la Misa y comulgar. Esa fue mi fortaleza, nos decía.

Al acabar su tiempo  de prisión, comenzó un programa de radio en su país, animando a ser fuertes en la fe. Rescatado por Juan Pablo II de su país, se lo llevó a Roma, donde falleció de un cáncer, cuando era presidente del Dicasterio Justicia y Paz. Poco después de su muerte, en 2010, se introducía su causa de beatificación.

Su nombre de pila, François Xavier, lo eligieron   sus padres, de origen noble, a raíz de la devoción que en esa zona  se guarda al misionero navarro que recorrió esas costas antes de llegar a China en el siglo XVI. Su  fiesta se celebra en un par de días: el 3 de diciembre, y también en la India, sobre todo en Goa, se le venera desde hace cinco siglos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio

La noche de las Perseidas, y san Lorenzo de Azoz

A veces se nos olvida que lo santos vivieron ---y viven--- en la tierra