Causa de la corrupción

Se van a reír, pero desde tiempos inmemoriales, la sal ha sido el elemento idóneo para evitar la corrupción.

Este remedio es apto para preservar las cosas, y también para las personas. Nuestro Señor nos dijo que tú y yo debemos ser la sal de la tierra. 

El problema de tanta corrupción es que, tal vez, tú y yo hemos dejado de ser sal. Hemos perdido el sabor, y, entonces, los demás, con razón, nos pisotean.

Ser sal es ser nosotros mismos, lo que estamos llamados a ser. Ni tú ni yo nos hemos inventado a nosotros mismos. Hemos, por tanto, de escuchar la voz que nos dice en nuestro interior: Sé mejor padre de familia, sonríe al vecino que te molesta, corrige ---por supuesto--- cuando sea necesario, sé honrado con los negocios que llevas entre manos...

Así podemos ser sal. Y acabar con la corrupción

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