El humor de Dios



¿Tiene Dios buen humor? 

Si el "buen humor" es verdaderamente bueno, entonces, Dios posee el humor en grado sumo. Y, nosotros, como seres creados a "imagen y semejanza" de Dios, estaríamos llamados a tenerlo también en las circunstancias más dispares.

Dios es amor. Esta definición  clarísima de san Juan, se manifiesta en cada intervención divina, aunque muchas veces no alcancemos a entenderla.

Sin embargo, el humor de Dios se manifiesta en aspectos que contrarían la  lógica humana,  sumados a eventos que son imposibles para el hombre. Es decir, para Dios no hay imposibles, según nos advierte en alguna de sus intervenciones.

Es entonces cuando el hombre titubea porque se le saca del terreno firme donde suele pisar. Y es así cómo a veces, ex post facto se vislumbra el afiladísimo humor divino, siempre conjugado, como una unidad, con el amor que él es.

Por ejemplo, que a Abraham, le diga que va ser padre de multitudes, cuando su esposa estéril es de edad avanzada. Uno se pregunta: ¿por qué Dios no eligió a alguien más ad hoc para lograr la descendencia prometida? Por eso Sara se ríe al enterarse.

Algo así ocurre cuando Dios elige a un tartamudo, perseguido por los egipcios, Moisés, para que plante cara al faraón y saque al pueblo a la libertad...¡en un desierto!

Lo que aquí choca es el amor divino que todo lo puede con el límite propio del hombre. Visto de este lado, el de la limitación humana, de lo imposible, aparece Dios y dice: Vas a concebir sin siquiera intervención humana. Lo concebido, además, es Dios.

Suena desentonado que le digan a alguien que se le quiere cuando,  en el más fino porte del refranero castellano, se le hace llorar, como Jesús le dice a su santa Teresa precisamente al hundirse su carromato en el lodo, en un descampado, de noche. Claro, Teresa le revira con gracia, diciendo que si esa es la manera de tratar a los que quiere, se explicaría entonces que tenga tan pocos.

En fin, el Antiguo y Nuevo Testamento se hallan repleto de estos brotes de humor divino. También la vida de los santos en la Iglesia, y la de muchos fieles en su experiencia personal.

Una y otra vez, lo imposible para el hombre se hace posible por intervención divina, por un lado. Pero ese salto de amor, se da, además, por un medio que desafía toda lógica. Ahí precisamente creemos que radica el humor de Dios. 



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