China: ¿natalidad o crecimiento económico?

Nadie hubiera pensado que al gran emperador romano Marco Aurelio, uno de los mejores, le sucediera Cómodo, uno de los peores.

La transmisión de poderes en un sistema determinado, no garantiza la calidad del carácter del sucesor. Llegar a pensar que el crecimiento económico depende de que nos "hagamos menos", en lo que a población se refiere. Al ser menos, nos tocará a más. Pues bien, en demografía racional, no funcionan así las cosas. Si una generación no reemplaza a la anterior, va camino de irse extinguiendo. Además, no quedan recursos suficientes para que un segmento cada vez menor de jóvenes, pueda mantener a una proporción creciente de viejos. Veamos el caso de C

China es admirada hoy en todo el mundo, incluso por quienes se declaran campeones en la defensa de los derechos humanos, a sabiendas de que no se observan en ese país.

Hace años, China realizó un plan que cortaba por la demografía. El ideal chino lo definía el Estado. Mao decretaba la conveniencia de que la familia tuviera sólo un hijo. Como las mujeres eran menos útiles que los hombres para muchos menesteres físicos, y sólo se podía tener un hijo, los padres decidían matar a todas las primogénitas. 

Con el paso del tiempo, la aberración está pasando factura al pueblo chino. Los hombres suponen un 20% menos que las mujeres. A la hora de contraer matrimonio, no hay suficientes mujeres en la población. Pero, ha ocurrido algo digno de considerar.

Resulta que la economía china, próspera en las ultimas décadas, a partir de Mao, se beneficiaba de la política natal, especificada en un hijo por familia. Un crecimiento anual sostenido del 9%, era la envidia de muchos.

Pero desde 2013, ese crecimiento chino ha ido decreciendo cada año hasta situarse en un 6.3%. Las proyecciones apuntan que seguirá ese curso negativo. Por muy alto que nos parezca, resulta insuficiente para las necesidades del pueblo y los planes de desarrollo que el gobierno chino tenía en mente.

La China actual, empieza a padecer hoy, después de una generación,   en el plano económico, lo que ha había proyectado que no ocurriría al deshacerse de las personas, limitando los nacimientos de una manera brutal.

A China, aunque parezca mentira, le hace falta hoy para prosperar, la vida de los 70 millones que Mao dejó  en el camino durante los años de la revolución, y los millones  que el Estado suprimió durante tres décadas para realizar sus planes económicos.

El pragmatismo, suele excluir  de sus reflexiones teóricas las implicaciones éticas de tales posturas. Los planes se cumplen, hasta cierto punto. Porque dentro de la concepción del plan se encierra un animalucho que irá socavando, poco a poco, las estructuras de sus asentamientos. La historia no enseña así, con el caso de Cómodo.







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