¿Qué es lo verdaderamente importante? Aunque la mona se vista de seda...



Aunque la mona se vista de seda, 
mona se queda.





Depende a quién se le pregunte. Quizá se obtendrá una respuesta dominante, pero junto a ella, aparecerá una nube de posicionamientos aun dentro de la misma familia de sangre, política o deportiva.

Pero los mismos patrocinadores de la diversidad, los media, se asombran de los resultados incluso en las cuestiones más banales. Por ejemplo, en los titulares mismos, la mayoría de los artículos llevan ya el "sesgo" (framing), normalmente negativo, de la redacción encabezada. Así, en un día cualquiera, leemos en la primera página, "elecciones obligan", "se cierra el diálogo", "brecha" entre las partes, para saltar a la segunda página con titulares parecidos: "empacho", "corrupción", y "discrepancia", "terror en la Red" en la siguiente.

El aire negativo se ha solido defender con la babosada de ser un resultado lógico por contar con mejores periodistas que antaño. Incluso, el gran humanista estudioso del quehacer de los media, el canadiense Marshall McLuhan, "defendía", no sin sorna esta conducta de los profesionales con el siguiente ejemplo: Si las noticias fueran positivas, los receptores se lamentarían de no haber participado de este hecho; mientras que, si se enmarca lo negativo ya desde la cabecera del periódico, el público da un respiro de alivio por haberse librado de tal injuria.

Si dejamos a un lado en sentido del humor, muy necesario a la hora de tratar los asuntos relacionados con los media y con su forma de tratar la información, da la impresión de que la visión antigua del gran Heráclito, "la guerra es la madre de todas las cosas", sigue vigente entre nosotros. Todo se convierte en su contrario según convenga: la noche en día, el frío en calor y, así, un largo etcétera.

Según se mire, estas apreciaciones son ciertas, pero todos sabemos que nadie pueda dar lo que no tiene y, por tanto, el frío, considerado como entidad, no puede "convertirse" en calor. Por ejemplo, cuando se observa "mucho" cambio en el entorno se afirma, a la vez, la "permanencia" de ese algo cambiante.

En fin, no se trata de jugar con nociones filosóficas de primer nivel, pero sí advertir el fondo de verdad en la "sorna" de McLuchan: lo negativo, vende. Y en tiempos de un mercantilismo feroz, contar la verdad de las cosas casi resulta insólito, y, por tanto,  debería airearse con más frecuencia debido al silencio reinante en asuntos noticiosos, positivos, de gran alcance.

Por ejemplo, acaba de ocurrir en Polonia. El recién electo presidente del país, Andrzej Duda, no tuvo inconveniente en levantarse de su lugar en la iglesia donde asistía a una Misa al aire libre para recoger una hostia del suelo caída de un copón  a causa del viento. Muy pocos, si alguno, han publicado este hecho, llamativo, pero sí en cambio dio la vuelta la mundo  como muestra de la "libertad de expresión" la profanación en Pamplona de hostias consagradas robadas escribiendo con ellas en la calle una frase de protesta. También en Polonia, acaba de ordenarse sacerdote Tymoteusz Szydlo, hijo de la Primera Ministra  Beata Szydlo de ese país.

Dados los tiempos de apatía espiritual tan acentuados en Europa, estos hechos sobresalen de entre la medianía de muchos reportajes. Sí se airea la discrepancia de valores entre Polonia y los otros miembros de la Unión Europea, pero no suele dejarse en claro la defensa de este país de posturas tales como, objeción a las leyes del aborto, a los anticonceptivos y a la fecundación in vitro cuando en el resto de Europa se engríen de su apertura de miras por denostar la vida en cualquiera de sus apreciaciones.

Entonces, surge con fuerza la misma pregunta planteada al principio de esta nota: ¿Qué es lo verdaderamente importante? Desde luego, si atendemos a lo publicado por los media no nos enteraremos de esas pequeñas cosas que hacen la diferencia en la vida y en los valores de una sociedad, pues el "mercantilismo" vigente no "comulga" con ellos y ha preferido ignorar la presencia del creador del mundo, porque "científicamente" es insostenible.

Lo importante no cambia. El ser sigue siendo lo que ya era. Y aunque la mona se vista de seda, mona se queda.







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