La muerte hoy de personas "ilustres".


Tutankhamen reconstruido. 




La muerte de personajes altamente conocidos por su actividad, por su opulencia o por el genio impreso en sus obras pocas veces coronan su estancia en la tierra para recibir el "último adiós" en la nave de una iglesia catedralicia o de algún templo, como ocurría con caracteres célebres y circunspectos respecto a su visión del porvenir, una vez concluida la estancia en la tierra, como en el caso de E. Kant, por ejemplo, cuyo cadáver permaneció cuatro días ante los rostros de profesores y estudiantes antes de depositarse en la iglesia de la universidad el 28 de febrero de 1804. Su casa pasó a ser desde entonces una posada con billar y bolera.

En los discursos durante la celebración de tales reuniones mortuorias, si hubiere alguno, o en las páginas de algún periódico aprovechando la fama del difunto, aparecen retazos del ayer, sin referencia alguna fuera de la memoria de los recuerdos póstumos, al paso siguiente después de la muerte.

Las creencias del difunto se anudan con hechos pasajeros de su vida, sin más. El sentimiento de pérdida se reduce a lo momentáneo, adornado con alguna anécdota donde el emisor interviene para postinear delante de la concurrencia.

Pero la trascendencia, el hablar del más allá, rara vez se menciona en el ajetreo apresurado de esa estancia final durante el sepelio, antes de depositar los restos del difunto en cenizas o todavía en carne y hueso dentro del féretro. A veces, los más conspicuos rinden guardias de honor en silencio, sin menear los labios siquiera con alguna oración por el difunto.

Entre los asistentes los hay verdaderamente teatrales, con emociones fingidas en los rostros, si bien, en honor a la verdad, también pueden verse lágrimas de dolor y pena entre los parientes y amigos si es que todavía le quedaba alguno. 

Debe quedar claro para muchos de los asistentes a estos velorios, el silencio post mortem de los media sobre la estructura familiar de los "famosos por algo". Se escriben páginas y páginas sin mencionar siquiera a la esposa (o amante), a los hijos, a la vida de familia del finado. Si se tratara de un solo caso, bien se podría achacar a un descuido; pero cuando sistemáticamente desaparece el entorno de la vida íntima del personaje, indica el sendero del "silencio premeditado".

La familia se va exterminando poco a poco, por medio de leyes, por significativos cambios de nombre (ahora ya no hay "esposas" o "esposos", sólo "parejas"), ignorando así la presencia oculta de un compromiso, con ánimo de recuperar el bastión, tantas veces perdido, de la libertad.

Interesa resaltar la vida del "hombre solo", autosuficiente, capaz de moverse sin recato a lo ancho y largo de ese mundo global, sin atadura alguna  a la tierra ni a los demás, sin compromiso. La hasta casi ayer ministra de  Defensa española en tiempos de Zapatero, Carme Chacón, por ejemplo, recibió numerosas muestras de políticos con rostros de afecto estudiado durante el sepelio, pero vivía y murió sola, a pesar de tener un hijo de 8 años, yendo y viniendo a Madrid desde  la ciudad de Miami. 

Debido a la estructura social de nuestros días, la historia de la soledad desarraigada se repite ahora con más frecuencia, condición harto  distinta de la soledad comprometida, buscada y querida en los claustros y en las casas apartadas del campo. Mientras en ésta todavía circulan los vínculos del amor, en aquélla se fomenta la dureza de corazón donde se cometen los actos más aberrantes llevados por el egoísmo. 

Es cierto: la muerte trata a todos con el mismo rasero, al personaje ilustre y a su lebrero, pero fuera de casos donde sorprende a causa de un accidente fortuito, reina la paz en el hogar del moribundo enamorado y se contagia entre quienes lo visitan. Pero los gritos de histeria, sin consuelo, suelen darse a menudo en la habitación de quien ya se va sin esperanza alguna porque nunca supo del amor.

La diferencia aparece más diáfana después. Con la trascendencia, el amor se vuelve más amado; el egoísmo se seguirá amando a sí mismo para siempre sin amor.







Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio

La noche de las Perseidas, y san Lorenzo de Azoz

A veces se nos olvida que lo santos vivieron ---y viven--- en la tierra