La soledad, el infierno y el mundo de hoy







Algunos eligen la soledad del claustro como medio para mejor unirse con Dios. Paradójicamente, sin embargo, la peor soledad resulta del apartamiento voluntario de Dios, como es el caso del diablo (que anda por parajes desiertos donde poder descansar, un reposo, que no encuentra). Pero este tipo de soledad es la del solitario, cosa muy distinta, resultante del egoísmo.

Mientras los primeros, cenobitas, se apartan de todo para ocuparse de la única cosa importante, los segundos no encontraron ni encuentran a Dios, porque se ocupan de muchas cosas. No les importa ser enviados a poseer unos cerdos  tras salir del endemoniado de Gerasa por mandato divino, de Jesucristo, y, a continuación, causan la muerte de estos animales y andan errantes por las zonas áridas sin poder descansar.

La carencia de reposo, la inquietud, es una señal acompañante del alma alejada de Dios. Por ejemplo, el colmo del solitario es la situación de muchos jóvenes en España cuando tienen los recursos suficientes. Al vivir "sin ninguna colaboración relacional", evitan la dependencia del matrimonio o e vivir en pareja o con la familia, y así disfrutan al alejarse de asociaciones perturbadoras.

Como consecuencia de esta tendencia, se espera que para  2030 no haya "ninguna española casada" entre las edades de 20 a 34 años, pues ya no desean tener hijos (según el catedrático de Sociología Luis Garrido Medina). 

En efecto, hoy se elige el estado de soledad para dedicarse exclusivamente a sí mismo, pero se inquietan al intentar conseguir la innumerable lista de deseos insatisfechos. 

Por eso, quizá, vuelve el tema Inferno  de Dan Brown y su héroe Robert Langdon protagonizado en la pantalla por Tom Hanks, bajo la dirección de Ron Howard. Los temas diabólicos no fallan en la taquilla. La sociedad actual, al ir contra natura, en ese evitar con tozudez el matrimonio y la familia eligiendo vivir en solitario, encuentra sin querer en estos temas diabólicos el reflejo de su situación personal.

La evitación de la compañía estable en familia, viviendo unido al ser querido por el matrimonio, va roturando el absurdo de encontrar "normal" el diabólico estado del ser solitario, que suele juntarse con otros tales sólo para perpetrar el mal. 

Así aparecen la "inseguridad" y el "miedo" en la sociedad. Cada vez que alguien se acerca, se pregunta uno: ¿qué le motivará a éste?


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