El pudor es una defensa, no una represión






Las vedettes son carne de cañón (eso significa el nombre en francés). Carnaza para los buitres depredadores.

Para llegar a ser famosa en el mundo del espectáculo o aceptada en determinados ambientes y círculos sociales,  se recurre a pagar el precio del destape. Luego, es muy difícil volver a cubrirse. Hay que seguir exhibiéndose, porque "el público se lo pide" a la actriz, y porque a ciertas mujeres les encanta exhibirse y ver cómo suspiran los "videntes" que salen al paso.

Desde antes de Marx Scheler, filósofo, la experiencia nos dice  que el pudor, lejos de ser una represión,  desempeña en el amor, una función protectora.

Y Viktor Frankl, psiquiatra austriaco,  apoya esta visión y nos recuerda la visión del amor: "tiene aversión a ser observado". Es algo íntimo. Y cuando no hay amor y se pasa a la exhibición, entonces y¡no hay razón para andarse lamentando de los acosos  suscitados por el despliegue de las carnes.

Por eso, todas esas revistas llamadas del "corazón", a pesar de  estar más cerca de los genitales, a base de exhibición,  mendigan publicidad, olvidadas como están de la reverencia y cuidado de la intimidad.

Cada día con más frecuencia, con ocasión o sin ella, la mujer tiende a mostrarse en público sin recato alguno. Como objeto de consumo. Y quienes más resienten esta pauta son aquellas jóvenes y mujeres hechas y derechas, pues saben apreciar y vivir la verdadera "entrega en el amor", sin convertirse en objeto de consumo delante de extraños, sin mojigaterías.

Hoy, que tanto se habla de respeto a la mujer, deberían darse lecciones de respeto a sí mismas, con mensajes claros para las chicas jóvenes, donde se aprenda el comportamiento social pertinente en privado y en público.

Respetarse a sí mismo es el paso previo y primero para obtener el respeto de los demás. Y convendría ponderar un "aviso" que nos viene desde el siglo de las letras de oro españolas: "jamás haga cosa que no pueda hacer delante de todos". (Entiéndase bien, sin ganas de buscarle cuatro patas al gato). Quizá este consejo no sea de gran valía en los tiempos actuales, pues las cosas realizadas en público --y no sólo por actrices y cantantes-- no dejan espacio para pensar cómo seré el recato durtante el comprotamiento privado de las féminas.

Los hombres también tenemos derecho a decir algo sobre este particular porque representamos el 50% de la población, y nos afecta el comportamiento de la mujer que, como busconas, van por las calles "pidiendo limosna".

La libertad es una búsqueda, no un "enseñamiento".









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