Democracia y relativismo ético en el debate del 19.X.16 ¿No matarás?


La señora de Clinton, una de ellas,  mostró ayer en el "debate", que  para Hillary es más fácil matar que amar.





Al ver ayer el debate de los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, presencié algo que nunca esperaba oír.

En nombre de la "salud" de la mujer, bien se debe, si la parturienta lo pide, aplastar la cabeza de la criatura naciente, a los nueve meses. 

Así hablaba la señora de Clinton. Una de ellas.

Este tipo de democracia, puesta como ejemplar sobre la tierra, ha llegado a su límite de perversión. Cuando una democracia así prescinde de los valores se convierte en un totalitarismo.

Se están negando lo derechos fundamentales de la persona humana a la vista de todos. No se quiere reconocer la verdad de la persona desde el momento de la concepción. Es contra toda lógica aceptar que lo que no es persona desde el principio, lo sea a base de tiempo o en el momento justo del alumbramiento.

Al faltar una base moral a estos razonamientos, se trastoca el orden natural de las cosas. Así, la democracia se convierte en relativismo ético, en manos de una mayoría. La descomposición del sistema social ha penetrado, a base de repetir lo impensable, los entresijos de la educación de un país.

Al principio del Decálogo, todavía se puede leer, escuchando una gran voz: Shema, Israel, sehma. Escucha, escucha. Pero ya no se quiere escuchar ni a Dios, ni la voz de la conciencia. ¿Hasta cuándo habremos de presenciar la conducta corrupta de políticos y científicos "incrédulos"? Han esparcido la voz de que la ciencia y "con-ciencia" son dos realidades divergentes. 

Se ha llegado así al absurdo. Sin veracidad en las relaciones entre gobernantes y gobernados; sin transparencia en la administración pública y sesgando la  imparcialidad de servicio en la cosa pública; sin escrúpulo alguno en el manejo de los recursos con el fin de acrecentar y mantener el poder de los mandatarios...

Sí, en el debate de ayer, presenciaba como la mentira en todos los órdenes de la vida y de la convivencia, se había adueñado de la política. Y todo, en frente de millones de espectadores.

El no matar es un eco que se pierde en el ruido de las conciencias.


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