Camino, verdad, vida: La barbarie aparece al ocultar uno de los tres.

Camino, verdad, vida. Secuencia donde un paso lleva al otro. Si falta uno, no se puede avanzar. Y es que cada uno de ellos trata de una persona, aunque sólo se vea un tigre.

Esta trilogía de conceptos resulta familiar a todo el mundo occidental, por lo menos.

Cada quien tiene su "camino", sin duda, pero eso no significa que puede hacer lo que le dé la gana. La búsqueda va abriendo el camino a golpe de nuestras pisadas, que, siempre, lleva a la verdad, aunque exija largo tiempo debido, como decía san Agustín, al olvido contumaz de mirar en mi interior.

La "verdad",  se ha quedado en manos de los llamados 'científicos', encargados de profundizar en las cuestiones materiales. No está mal. De vez en cuando, nos  ofrecen sus descubrimientos en forma de leyes físicas o en los comportamientos pautados de los seres vivos. Pero faltará siempre subir un peldaño más: el del  espíritu que conduce a la vida.

La "vida" se da gratis. Pero hoy se está respetando. Y se puede acabar como consecuencia de nuestras acciones torpes, ejecutadas a ciegas.

Veamos. Por supuesto, la libertad forma parte de la conducta y deberíamos usarla no omnímodamente, sino orientada a su fin consistente en la verdad  y el bien de persona.

Y esa disposición de la libertad nos lleva a segundo concepto de la trilogía: la verdad. Ella consiste en conocer, en saber lo que las cosas son usando todos los medios a nuestro alcance. Por supuesto, si empleamos solamente medios materiales para descubrir la verdad, encontraremos aquello que de material tienen las cosas. Sin embargo, hay más

Si no se detiene la búsqueda en lo meramente material, esta misma dimensión no va a señalar la dirección de lo espiritual, conviviendo en la realidad de las cosas. Es ese hay más, bien en el origen de las cosas (de dónde viene esa materia si antes nada había), o en su misma composición (el ver al yo en frente, como sujeto y objeto de acciones, que espera un amor que trasciende la temporalidad). El hombre se comprende si Dios existe. Por tanto, el absurdo nace de la ausencia de Dios.

Asombra, sin embargo, cómo en los estilos de vida contemporáneos, hemos dejado a un lado nuestra identidad de vida cristiana, al desconectar la verdad de la vida

El valor infinito de todo ser humano, se nos ha quedado en la trastienda de la vida. La muerte sirve para abrir los noticieros de los medios escritos y televisivos. Pero el cristianismo se ha desentendido de la vida como parte de su identidad.

No se puede saltar ni uso de los tres pasos d es esta trilogía: camino verdad, vida. Cuando no se busca,  no se encuentra  lo espiritual en el camino, y se despoja entonces a la verdad de una de sus manifestaciones esenciales, que causa admiración a quien lo descubre. Entonces, la vida se desdibuja hasta convertirse en objeto

Y se desata la barbarie humana, incapaz de reconocer en el de a lado un semejante

La materia no nos da la semejanza. Esta es una faceta del espíritu.



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