Nacidos para trabajar: Nostalgia del comunismo





La puerta de la libertad se abre hacia afuera, decía el filósofo danés. Por eso la intimidad de una persona, que sigue a la libertad, es trascendente, va más allá de uno mismo. Esto es una prerrogativa del espíritu.

La libertad para algunos consiste en correr en un Ferrari, descapotable, y, si fuera posible, en el 335 Spider S Scaglietti de 1957, por el que se pagaron 32 millones de euros más comisiones. 
No sé si los pájaros son libres, pero al volar batiendo sus alas, lo parecen. Van donde quieren, y cuando se posan,  a veces parecen ser las notas musicales suspendidas en el pentagrama del tendido eléctrico. No les falta el alimento, y diríase que nunca mueren, pues nadie ha visto jamás un cementerio de pájaros.

El hombre ha nacido para trabajar, como el ave para volar. Entonces, si queremos experimentar esa sensación de libertad, todo sistema debería abocarse a conseguir el empleo total de su población. Lo demás son cuentos fuera de lugar.

Recuerdo con asombro, cómo en Alemania del Este, después de la unificación, varias personas con las que me cruzaba, al preguntarles sobre su actual situación de ciudadanos libres, me respondían que no sabían de qué estaba hablando. Ahora somos "libres", según usted (me decían),  pero casi un 30% no tiene trabajo, o gana un sueldo que no le permite llevar una vida digna. Ahora podemos ir a muchos lugares, pero no tenemos con qué. Me dejaron pensando estas palabras. 

El Estado, sin duda, debería crear un sistema tal, que, dejando libre a la empresa, abasteciera con el salario necesario para llevar una vida digna a quienes no cuentan con ese empleo; su principal misión (lo demás son cuentos). Y proveer  centros de capacitación para insertar a las personas necesitadas a las necesidades laborales, creando las condiciones necesarias para que las empresas pequeñas, medianas y grandes puedan emprender.

Con ese empleo total como meta, desaparecerían o disminuirían notablemente la delincuencia y la corrupción. Meter a la gente a la cárcel, sólo en casos en donde no haya otro remedio, y siempre con ánimo de recuperar a esa persona para vivir en sociedad trabajando. 

Además de sentirse como una persona valiosa que tiene algo que aportar a sí mismo, a su familia, a la sociedad, viviría más alegre porque está cumpliendo con el fin para el que fue creado.

El hombre está hecho para trabajar, y, si no trabaja, la libertad se agosta. Por eso, ¡ay de los políticos! y de quienes pudiendo crear fuentes de empleo, no lo hacen.










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