El problema conceptual de la identidad (¿de género y degenerada?)






Hoy más que nunca se baraja el concepto identidad para todo.  Y, como dicen el mi pueblo, "Algo tendrá el agua cuando se la bendice".

Este concepto no es simple, encierra matices especiales, y tiene sentido cuando abarca el todo de la persona, no sólo una parte. Por tanto, la inteligencia y la voluntad deben asomarse en la conformación de esa pretendida identidad, que depende del querer  y del saber

La identidad, si es algo, debe conformarse en primer lugar con el ser uno mismo. Para ello debe "conocerse a sí mismo", como aconsejaría Sócrates. Vemos, entonces, que esa dimensión se relaciona con el "libre albedrío" que nos permite elegir las propuestas de la libertad. Es decir, la verdad y el bien

De esta manera podemos apreciar cómo una persona se puede quedar a medias en su ir caminando por la vida, sin saber exactamente a dónde va o sin intentarlo con ahínco. Al no aceptar la verdad de uno mismo, se puede pretender ser cualquier cosa, como ocurre a diario, aunque lo defienda la embajadora de Estados Unidos en Méjico, Robinson, como un encargo más dado por Obama a la diplomacia que se debe cumplir.

Sin embargo, tenemos otra dimensión a considerar, dependiendo del "medio cultural" en donde la persona se mueve. Las costumbres, la tradición, juegan todas ellas un importante factor, en donde se va a lograr ese ser uno mismo de una manera determinada. Esta es la impronta de la cultura en la definición de la identidad

Por supuesto, mientras puede haber "ambientes" que van en "detrimento" de ese ir logrando lo que verdaderamente se es, en otros lares, de pueden dar factores que contribuyen al "fortalecimiento" de la identidad personal, que empuja a ser "buscadores de la verdad" en vez de dejarse llevar, como apuntaba san Pablo de los griegos, por el "afán de novedades". El dictum "haz el bien y no mires a quien", se puede también, en ciertos medios culturales, cambiar por el "ojo por ojo y diente por diente", vigente en muchas culturas todavía, a pesar de las continuas expresiones de llamamientos a la paz.

Así pues, en la vida de las personas de toda época, se pueden encontrar cuatro situaciones bien definidas, según la prominencia de estas dimensiones del concepto de identidad.

El primer caso vendría dado por el de aquellas personas que, inmersas en un "ambiente cultural" apropiado, buscan a toda costa la verdad y el bien al que son llamados por naturaleza, aunque, estando como está "debilitada" en la lucha por conseguir sus fines, deba luchar para conseguirlo. Podríamos llamar a esta situación identidad heredada

El segundo caso se definiría como la situación de quien, desentendido en todo o en parte, no lucha por ser quien es, por definirse en su búsqueda en serio de lo que le hace ir siendo persona debido a la comodidad o la pereza, por ejemplo, ya que vive en un ambiente propicio para ejercitar las virtudes necesarias para alcanzar una alta definición en su identidad, ahora normada por falta de perseverancia en lo que es debido. A esta forma se le podría nominar como identidad estulta, la del hombre necio que no se impone a sus caprichos.

El tercer caso queda definido por quienes despreocupados por ganar estatura como personas a base de ir conociéndose a sí mismos  obrar en consecuencia, se dejan llevar, sobreviven en un ambiente que, si bien no es hostil a estos valores, deja a cada quien seguir sus tendencias, propiciando un relativismo casi absoluto, en donde los imperativos de la moda, de lo que se lleva, debido al eco de sus propuestas en los mass media, llevan la delantera a cualquier otra postura de las muchas posibles en este ambiente de displicencia y de deterioro de los valores de la persona. De acuerdo con esta postura, se podría denominar como identidad modal, donde en este mundo anodino tratan de hacerse notar ante los demás, donde todo es posible, con algún toque de singularidad, en el mejor de los casos, pues el predominio es el seguimiento de propuestas ajenas, de la moda en turno.

Por último, el caso cuarto se distingue de los demás por la afirmación de sus valores y creencias como personas, en un ambiente donde la mayoría funciona con el eslogan "vive y deja vivir". Como consecuencia, parece probable que estas personas buscarán formar parte de grupos afines a sus principios para conservar la identidad personal, y atraer de esta manera quienes en este medio no encuentran un camino claro a seguir. Le podemos llamar a este tipo identidad atesorada.

No podemos extendernos más en esta presentación sobre los diversos matices de la identidad modal hoy predomina sobre las demás, y así extiende la visión relativista en el mundo. La identidad atesorada, como consecuencia, se da más en grupos que deben mantenerse a flote frente la corriente general de un ambiente disipado. La identidad heredada, por el contrario, goza de buena salud en los ambientes propicios donde el proceso de socialización no ha sufrido embates contra la enseñanza y la vivencia de los valores de la persona. Por último, la identidad estulta va creciendo debido a los ambientes fáciles de la familia y de los sistemas educativos que no preparan a los niños y los jóvenes en la virtud; de esta manera, toda exigencia se convierte en un problema serio para los educandos y para sus padres.

El  gran problema de hoy día se mueve en el ámbito de no aceptar el ADN de la persona. Ahí está todo escrito, desde el principio. Y los vientos de la moda acaban arrastrando a uno a donde jamás hubiera querido llegar, como las veleidades de aunar la identidad al género, como algo intercambiable según se quiera.

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