El mundo se divide. Causa: ¿tecnología o educación deficiente?







Decir que la tecnología es la principal causante de la división actual entre generaciones es mucho decir, pero los datos nos empujan en esa dirección. 

Claro, estos datos cobran su mayor fuerza ante una educación deficiente.

Dividir siempre es malo. Lo sabemos desde la torre de Babel. El empeño por llegar hasta el cielo, requiere de tecnologías aptas para ese fin. Pero en el proceso se crean diferentes lenguajes. Ya no se entienden unos con otros. Y sin la capacidad de concluir su propósito, se dividen y marchan cada quien por su lado.

Hoy estamos viviendo una división sin precedentes. Las partes de la división ya están en la familia. La generación de los padres ha roto la continuidad con la de los hijos. El ejemplo más reciente se da en Reino Unido. Los padres votaron por salir de la Unión Europea. Los más jóvenes (18 a 25 años) querían quedarse. Asimismo, la proliferación de nuevos partidos políticos, irreconciliables con los de más solera, nos habla también de un parteluz que separa la visión de dos generaciones, todavía conviviendo juntas.

¿Causa? La primera que asoma con cierto fundamento es la educación. Los padres no han sabido o no han podido transmitir su sistema de valores a los hijos. No decimos ahora si es bueno o malo el votar por quedarse o irse de la Unión Europea, sino señalar el hecho de la discontinuidad entre estas dos generaciones. Por ejemplo, en Méjico, mientras el 53% de la población rechaza el llamado "matrimonio" entre homosexuales, entre los jóvenes entre 18 a 29 años el 61% lo aprueba.

¿Y qué ha podido influir al grado de separar padres e hijos en una decisión de tal calado? La respuesta, sin salir de la variable educación para explicar la ruptura, viene de la mano de la tecnología. Pensamos que es la tecnología, más que la educación, si bien ambas contribuyen, la variable con más incidencia en este separación generacional. 

Por seguir con el caso de la aprobación de las uniones homosexuales en Méjico, si bien la escolaridad influye hasta llegar a un 49% de aprobación entre quienes tienen un nivel de educación superior, este nivel está por debajo un 12% cuando se considera sólo el rango se edad entre 18 a 29 años (61% de aprobación). Por eso nos inclinamos a creer que la variable de la tecnología es la que más aporta a esta división entre generaciones, pues son los jóvenes con mucho los que se distinguen por el uso incesante de las nuevas tecnologías, en su afán de novedades.

Pero, ¿qué de la tecnología? Los padres de familia, en el caso del Brexit tenían una visión del mundo y participaron para pronunciarse sobre ella, en un porcentaje elevado. Los jóvenes, con su visión, también participaron, pero con un porcentaje menor. Es decir, a los jóvenes, maestros en el uso de las nuevas tecnologías, les faltó empuje sin embargo, determinación, para conseguir su propósito.

Entonces, ¿tiene algo que ver el uso frecuente de las nuevas tecnologías en la determinación de los usuarios a la hora de conseguir metas? Cuando los jóvenes gastan horas y horas de su tiempo para entablar encuentros con otros como ellos, consideran esa relación como una amistad; sin embargo, la experiencia nos dice que no es ese el caso. La multitud de contactos "en línea" no es capaz de generar una simple amistad. Por tanto, se crea una "ilusión virtual" si se piensa que una relación "en línea" equivale a una "relación personal".

De acuerdo con lo anterior, el dominio de las tecnologías ha facilitado entre los jóvenes los contactos a nivel nacional e internacional. Saben que ahí, cerca, en la Unión Europea existe un mundo promisorio al que tienen acceso. Los mayores, sin embargo, saben que ese acceso puede ser costoso en término de costumbres, tiempo y  dinero, y, además, con la libertad de acceso,  se facilitaría más la llegada de  personas distintas en idiomas y costumbres, ya empujando a la puerta de entrada, quienes podrían quitarles lo "suyo", lo conocido, lo de siempre.

Los mayores, refractarios a cambiar lo que ye tienen por la promesa de un plato de lentejas. Los jóvenes, mayoritariamente dispuestos a ensayar una y otra vez nuevos caminos, esos caminos conocidos por lo menos, por el GPS.

La identidad heredada de los mayores no quiere entremezclarse con la apertura de la identidad modal, que se ajusta  sin más a los nuevos espacios de consumo dominados por la tecnología. Esperan conseguir, esperando los vaivenes del mercado, a partir de la información virtual provista por la tecnología, pero sin participar activamente en lograrlo.

Esta es una de las lecciones del llamado Brexit. La ruptura entre padres e hijos nos habla de dos mundos divergentes a la hora de elegir el futuro. De entrada, el relativismo recibe un elogio  entre los más jóvenes y vislumbra una coexistencia pacífica aun en la diversidad de pareceres. La persona se adapta al medio.

Por el contrario, los mayores, más firmes en sus creencias, no quieren experimentar con nuevos enfoques, y desdeñan las propuestas más novedosas con relativo convencimiento. De hecho, sólo el 58% de los mayores de 65 años quiere salir. Sin embargo, aunque mayoría, en este segmento parece que se intenta prevalecer en el medio de siempre, adecuado a la persona

Por ejemplo, también la Reina de Inglaterra, de 90 años,  afirma que la Unión Europea va en la dirección equivocada. Y esta señora, por muy educada que esté, asumimos que no es una usuaria frecuente  de las nuevas tecnologías.









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