El hombre busca el sentido, es decir, a Dios (no recomendable)











"Dime con quién andas y te diré quién eres". 

Traducir los refranes no consiste en ir palabra por palabra. Se trata de traducir no tanto la idea, sino el sentido. Tarea ardua. Si quisiéramos pasar al inglés  este refrán, quizá podríamos sugerir otro, dicho en  inglés: Two of a feather, flock together ("Los pájaros del mismo plumaje, anidan juntos").

¿Y qué ocurre cuando no hay una idea? Significa, como se suele decir de un tirón que, no se tiene ni idea, que no hay en donde agarrarse. Esta aserción, tan de cada día, lejos de ser vaga, responde con claridad a la pregunta, y nos muestra la situación en todo su esplendor. 

Cuando una persona no repara en la realidad, difícilmente puede darse cuenta de ella y, menos aún, dar cuenta de ella. Lo real, una vez captado, sugiere una imagen a los sentidos internos en el momento de la percepción. Diríamos que es el fruto de esa relación entre el yo y el mundo real.

Y de ahí nace, sin intentarlo siquiera, un concepto o idea basado  en el mundo que nos rodea. Eso significa, en parte, ser racionales. Tomamos intelectualmente de lo que hay, y sin afirmar o negar nada de lo captado (sin echarle salsa alguna al guiso), guardamos en la memoria los recuerdos de ese hecho percibido, con más o menos detalle, de aquella sensación primera surgida al encararnos con la vista, el oído o uno de los sentidos externos, en cada uno de nuestros encuentros  con la realidad, con las cosas.

¿Y por qué se queda el recuerdo con nosotros de aquel o de aquel otro encuentro en la memoria? Responde este dato a lo que realmente somos: pasajeros, pero con anclajes en las cosas, que, a su vez, nos van haciendo en ese camino hacia la plenitud.

Estamos sin hacer, sin concluir. Hemos emprendido un camino y, como en el cuento de Pulgarcito, vamos dejando migajas por el camino recorrido con el fin de reconocer luego por donde hemos pasado. Pasajeros, transeúntes, sí, pero con raigambre, arraigados. No podemos dejar de ser lo que somos, pero ello no nos determina en camino a seguir. Al contrario, mirando los restos dejados, nuestra huella en el camino de la vida, vemos si nos encaminamos al fin elegido, propuesto por  nuestra naturaleza racional.

Puede darse, sin embargo, la creación de ideas sin tener en consideración absolutamente un asunto real. Como mantenía el filósofo inglés Locke, las ideas nacen dentro de uno, con o sin referencia al mundo real, y ahí se guardan, ordenadas de acuerdo a algún criterio. Pero  la palabra, engendrada así a raíz de este "contacto" (dice el autor inglés) se refiere siempre a la idea "subjetiva", no a la realidad. 

Es decir, concuerda lo dicho, la palabra, con lo pensado. Mientras todas las ideas son subjetivas, aun las nacidas al contacto con lo real, las palabras proferidas rendirían cuentas  ante las ideas, dejando de lado la realidad de la cual provienen en su origen. Por decirlo de otra manera, la palabra dicha se verificaría con lo que quiero decir, pero no necesariamente con la realidad de lo dicho.

Visto de otra manera, la palabra de un lenguaje se puede comparar con las ideas del pensamiento, o con la realidad de la que nacen los conceptos archivados en forma de ideas. Ahí debemos conocer que si no hubiera cosas no tendríamos a qué referirnos y permaneceríamos en silencio. Pero, además, tenemos un algo intangible, el alma,  y una estructura fonética que nos permite proferir palabras; pues, los animales irracionales ven también las mismas cosas, pero no hablan.

Esta digresión viene a cuento a raíz de la traducción de refranes (y tal vez de otras obras). El traductor se  obliga a ir palabra por palabra cuando no se tiene ni idea de lo dicho o escrito, cuando no se capta el fundamento real de la idea, y  las ideas sin un fundamento real, vuelan por donde quieren en ese recinto cerrado del pensamiento, generadas al calor de la imaginación o de los recuerdos de la memoria o de una mezcla de todos estos posibles.  Pero no se tiene ni idea de la realidad encerrada en lo dicho

Alguien podría traducir el refrán propuesto al principio, como "Let me know who you're hanging out with, and I'll tell you who you really are". Esto sería una traducción literal tratando de recuperar el sentido de la frase no su literalidad. Este deletrear cansino, dista mucho del salto exigido por una metáfora, una analogía, que sale de la inteligencia y no se puede aprender ni enseñar. Es la mejor marca de la capacidad intelectual de una persona, según nos dice Aristóteles. Este es el caso de la sabiduría popular reflejada en los refranes, que soslayan el deletreo, y sólo así se capta el sentido.

Sin embargo, el hombre siempre va, como decía Viktor Frankl, "en busca de sentido". Si las cabezas del partido español Podemos, de fundación reciente, frecuentan al señor Maduro, presidente electo de Venezuela, no es de extrañar que se perciba entrambos una afinidad ideológica, más allá del encuentro casual, especialmente, si a la lumbre de esos contactos nace una relación financiera.

En el refranero español se dice también que "Dios los cría y ellos se juntan", significando lo mismo, pero como ahora se juzga duramente a quien invoca a Dios incluso en algunos ámbitos religiosos, sin más, recomendamos el primer refrán y su traducción, para no interferir en la falta de creencias de los demás.

Y es que la Palabra nace de la realidad divina. He ahí el sentido.




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