¿Por qué tenemos hoy más siervos que sabios?







Han pasado muchos años desde 1636, fecha de la fundación de la Universidad de Harvard, la más antigua de Estados Unidos,  donde se exhibe en el escudo su razón de ser: veritas, palabra escrita en tres fragmentos verticalmente: "ve ri tas".

La Universidad de Oxford imprime también en su escudo la leyenda "Dominus illuminatio mea"  (El Señor es mi luz), desde el siglo XIII. Y la Universidad de Navarra cuenta lo mismo en su escudo de otra manera: el arcángel san Miguel ha doblegado con su lanza al dragón, padre de la mentira: Satanás. 

Quizá el de Harvard es el caso más claro y simple a la hora de marcar, de perfilar, el fin de la universidad en su escudo. El reclamo actual  de libertad, se obtiene a partir de la verdad. Cuando ésta se descuida, como ocurre ahora con la omnipresencia del "relativismo", la libertad  se esfuma.

No nos vendría mal repasar las intenciones y su concreción en cada una de las universidades de nuestros días. Se cuentan por miles en todas partes, pero de ahí a que realmente lo sean dista un gran trecho. 

En un pasaje antiguo, vemos de forma clara la distinción mencionada: "Únicamente se llaman libres aquellas artes que están ordenadas al saber; aquellas, en cambio, que están ordenadas, mediante el ejercicio de una actividad, al logro de un bien útil, se llaman... artes serviles". Nos lo recomienda el de Aquino, en su comentario a la Metafísica de Aristoteles. 

Esa búsqueda de la verdad (pues en ella se esconde el "saber"), que se concreta en el ejercicio serio de la investigación, falta en buena parte de las universidades. Y así nos va:  tenemos más de siervos que de sabios; más muros que puentes.

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