¿Qué tanto vale Cataluña sin trabajo...y dividida?

La verdad de la situación de Cataluña pasa por el trabajo. El trabajo, une y dignifica: es una visión cristiana de la vida.



La curva de rendimientos decrecientes es un hecho en la vida y en el trabajo de los hombres. Hay quienes, sin embargo, son capaces de alterar esta tendencia y, cuando parece acercarse el fin, redoblan esfuerzos y exprimen la energía hasta culminar los compromisos de cada día.


Acostumbrarse a trabajar cansado. En realidad el trabajo no se define por el cansancio acumulado. Encender los cirios no es decir misa. El trabajo entrelaza "alegría y sufrimiento" en esa entrega del ser entero, nos cuenta Jean Guitton; nada de ir a medias ni en el descanso ni en la ocupación.

Por tanto la creación de trabajo es fundamental. El hombre fue creado para que trabajara. Ay, de quienes tienen en su mano la posibilidad de crear puestos de trabajo, y que por su negligencia no cumplen con este cometido. En política debe ser esta la prioridad número uno de quienes ocupan puestos de elección pública, en vez de ocuparse en crear las condiciones para afianzarse en el poder adquirido.

No hay palabras por no cumplir con este mandato imperativo del trabajo, para cada uno. "Nadie enciende una lámpara para ponerla debajo de un celemín" (Mt 5, 15) para que todos puedan acercarse al banquete común. Los cargos en esta vida deben ejercerse con justicia, para así contribuir al bien común.

Ahora en Cataluña se está dando el paradigma contrario. Lejos de contribuir al bien común se están mutilando con políticas de capricho personal la posibilidad de crear empleo. Una ideología, además, incapaz e fomentar la caridad. Se está creando odio y resentimiento en nombre de una idea, opinable, no compartida por todos.

Al apartarse de Dios, se apartan también de sus planes para el hombre y su felicidad, que pasa, sin remilgos, por realizar un trabajo bien hecho. El trabajo une y dignifica, dando prosperidad.