El NO a la vida, y por qué trazan las naciones planes vanos


Y vio Dios la vida como algo bueno.




Esta entrada nos viene dada desde hace tres mil años. Es el Salmo II de los 150 atribuidos al profeta David.

Con simplicidad y con espíritu de observación se nos plantea una cuestión de actualidad, preguntada y diseminada por los media a diario: "¿Por qué se amotinan las gentes y trazan planes vanos". No nos referimos aquí a la acostumbrada discrepancia entre países capaz de desembocar en una guerra, durante años.

Queremos tocar el alma de la sociedad: la familia. Cuando se toca esta dimensión con ánimo de alterar su composición esencial, un hombre y una mujer unidos por el amor, es decir, para siempre, con ánimo de colaborar con el creador para dar la vida a los hijos enviados por él, entonces, justo en ese momento, no importa dónde esta célula básica se sitúe, estaremos presenciando el advenimiento de un declive sin par, difícil de detener.

En la base del porqué se da ese levantamiento en contra del orden natural y de la vida muestra tal desmesura de insensibilidad, producida por el egoísmo personal, capaz de volver estéril la fecundidad de la tierra.

Va en contra del mandato dado por quien creó todas las cosas, contra el único mandato recogido en las páginas del Génesis: "Creced y multiplicaos y henchid la tierra". La vida creada, para llenar el orbe, era algo "bueno" y como tal iba a propagarse sin fin.

En el caso de los hombres, hechos su imagen y semejanza, sin embargo, el creador vio a sus creaturas y las consideró como algo muy bueno, por encima de todas las cosas.

Pero hoy el hombre, y las mujeres también, han venido a pensar la vida como un inconveniente, al punto de limitarla, controlarla y sacrificarla cuando es una criatura todavía en estado embrionario, sin defensa alguna.

Era el único mandato dado por el creador, destinado a conservar lo que era muy bueno. ¿Por qué entonces, trazan los hombres esos planes absurdos, donde se atenta contra la vida del nonato, y contra la de la sociedad entera?

Como ejemplo, un tanto material, se nos dice el peligro de la sociedad española para el año 2050, donde 4 de 5 personas deberán ser atendidas por los fondos de pensiones. No habrá manera de recuperar la vitalidad de una sociedad con miedo a la vida.

Todo esto ya se sabe. Los media repiten hasta la saciedad,  y estas tendencias son muy difíciles de revertir. Sin querer ser pesimista, estas sociedades se verán obligadas a practicar la "eutanasia", ya aprobada en tantos países, a esa población improductiva y consumista, para quienes ya no quedan recursos.

Esos son los "planes vanos" hacia donde nos dirigen los grandes avances científicos de la tecnología en manos de políticos sin alma.

Ahora ya en camino hacia la Navidad, vemos cómo la ambición, el egoísmo de un mandatario en Judea, Herodes, decide quitar la vida a los recién nacidos, de menos de dos años. ¡Ojalá la santidad de estas fiestas, ya tan próximas, nos llevaran a reflexionar en estos temas clave sobre la familia y la vida!

Podemos cambiar, como los primeros cristianos, el mundo con un NO. Aquellos primeros dijeron NO a la cultura del imperio, y la cambiaron. Por supuesto, el mundo está en manos de Dios, pero ha querido necesitar de  "instrumentos" para llevar a cabo sus planes.






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