Cuando "parece" que está todo perdido.

No estamos solos. Cuando parece que está todo perdido, aparece un ancla de salvación. Así ha ocurrido muchas veces en la historia, y también, porqué no decirlo, en la historia personal, la de usted y la mía.

Primero, la casualidad no existe. Las fuerzas azarosas, sin control, no gobiernan el mundo. Si son elementos dejados al azar, entonces no ha gobierno; en todo caso, habría desgobierno.

Segundo, antes de que hubiera tiempo, había eternidad, un presente continuo infinito desde donde se "previó" la creación de las cosas en una dimensión temporal, con lugar para el pasado, el presente y el futuro, decidido en su desarrollo "previsto" por una inteligencia infinita, creadora y buena, a sabiendas de que al hombre le iba a gustar ser, mejor que no ser, en ese medio con tiempo para la reflexión, después de conocer su fin al que iba a amar con locura.

Tercero. Pero el primer descalabro sucedió. La primera pareja humana hace de las suyas. Dotada de libertad, fue seducida por el ángel, cuya fortuna se malogra para siempre, al seguir la sugestión de su soberbia encarándose con su creador. Con su inmenso poder tienta al hombre. La batalla parece perdida cuando Eva acepta "ser como Dios"; su marido también accede. Por un instante, el llamado Lucifer se regocija con sus millones de ángeles caídos.

Cuarto. Cuando parece que está todo perdido, el creador restituye el plan del hombre, mejorándolo, como si fuera un estupendo GPS de última generación. Se abre un camino nuevo, apto para llevar al hombre a su fin original, por medio de un Dios, hecho hombre, 
venido de la eternidad al tiempo para redimir (ruta imprevista) al hombre de su caída, una salida imposible para él. 

Quinto. ¿Por qué el ángel de luz, Lucifer, caído para siempre, no previó esta maniobra? Porque fue una maniobra del amor. Lucifer no tiene peso. Aunque conserve su inteligencia, ha perdido todos los demás dones. No pesa porque le falta el amor. Por eso no entiende nunca las maniobras nacidas del amor. Y como Dios es amor, se manifestó por esa vía su rescate del hombre. Dios no pudo rescatar al ángel porque la soberbia bloquea el amor. Son incompatibles el amor y el "amor propio". Donde una está uno, no cabe el otro. 

Sexto. Camino extraordinario. Una virgen concebirá y dará a  luz un niño que es Dios y hombre verdadero, sin intervención humana alguna,  porque el Espíritu descenderá sobre ella, y este Mesías salvará al mundo de sus pecados. Un camino inesperado, sobrenatural. 

Séptimo. Todo se había perdido con el "pecado original". Pero, por el bautismo se confiere la gracia santificante que hace al hombre realmente hijo de Dios y heredero del cielo. Hijo y, por tanto, heredero. Una ganancia por encima de los dones de los disfrutados por nuestros "primeros padres" en el Paraíso.

Octavo. La eucaristía, cuerpo y sangre de Cristo junto a su alma y divinidad, se come para poder salvarse.  pues es la manera de transformarse en Cristo. Algo imposible de creer, el anuncio de un misterio que asombró a los oyentes de Jesús en Cafarnaum. Ni siquiera las mitologías más atrevidas de ese tiempo recogían algo parecido. En cada Misa ocurre el mismo milagro, mayor que la creación del universo entero.

Noveno. El poder perdonar los pecados se materializa en el sacramento de la confesión. Jesús, de nuevo, dice a los apóstoles: "a quienes les perdonéis los pecados, les serán perdonados". Algo que parecía imposible, pues sólo Dios puede perdonarlos, el poder divino se transfiere al hombre "ordenado sacerdote", el mayor poder de la tierra. Y el pecador recobra así la paz y el perdón.

Toda esta relación parece una historia fantástica y, verdaderamente, lo es. No hay "imposibles para Dios", aunque parezca todo perdido.





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