La genealogía del hombre. ¿Divina?

A la hora de poner principio a una lengua, el vascuence, por ejemplo, la imaginación y la historia se entrecruzan, aupadas por el deseo de sobresalir más allá de los mil cuentos sobre su origen.

De esa manera, afirman algunos la llegada al monte Aralar (Navarra), de unos pocos sobrevivientes del diluvio, en tiempos de Noé. Y se quiere ver en las genealogías de Jesucristo trazadas en el evangelio de san Mateo, aparecen nombres de solera vasca. Por ejemplo, Eleazar, significa "La lengua vieja" (Ele = lengua; a = la; zar = vieja); Amon = abuela; Uria = la ciudad; etcétera. Desde aquí quieren algunos derivar su antigüedad, evitando relación alguna con  las lenguas  de raíz indoeuropea.

Se deberá esperar al año 19 a.C., para constatar la presencia de Roma en el dominio de los vascones gracias a la ayuda del general  Agripa a Augusto, dos siglos después  del dominio  de la región de Andalucía por los romanos. Tampoco la religión de Roma penetró la zona vasca, muy enraizada en un naturalismo ajeno a la visión de invasores. Habrá de esperarse hasta el siglo IV para notar la influencia del cristianismo.

Incluso el rey Carlomagno,  rey de los francos y campeón de los reinos de Europa, después de conquistar Iruña (Pamplona), debe sufrir la derrota al sobrepasar Orreaga (Roncesvalles), donde muere Rolando, pariente del rey,  en el año 778.

Y el remate de ese breve repaso incluye al señor Cristóbal Cólon, natural de Soraluce, distrito de Vergara, provincia de Guipúzcoa, cuyo apellido Colón no es sino la traducción de Maizter = colono y tegui = paraje, paraje del colono. Sus apellidos reales eran: Maiztegui, Larreategui, Lascurain y Salogoen, todos de dinastía vascuence.

De esta manera, ni catalanes ni gallegos, descendientes de iberos y celtas, se cruzan en los simples trazados de la genealogía vasca. Ese prurito de aislacionismo en esta raza se puede interpretar con sentidos diversos, según le parezca al autor de la historia.

Parece ser que todos provenimos de una única familia humana, la de Adán y Eva, quienes con más o menos vicisitudes ha llegado en su descendencia hasta nosotros, con toda una rica variedad genética.

Ese afán de remontarse  hasta los orígenes estaba fuertemente arraigado entre el pueblo judío para determinar los caminos para la aparición del esperado Mesías. San Mateo, amigo de cábalas, pone en el número 14 los cortes (arbitrarios) de tres agrupamientos a partir de Abraham. San Lucas, más en sintonía con la cultura griega, llega hasta los comienzos mismos de la primera familia humana, sin detenerse en conteos de conveniencia.

Lo importante en nuestro caso, viene dado por la manera de narrar de san Juan en su evangelio. Nos emparienta, y así lo dice, con Dios mismo, y por eso somos llamados con toda propiedad: hijos de Dios.

De este parentesco nace la dignidad del hombre.




Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio

La noche de las Perseidas, y san Lorenzo de Azoz

A veces se nos olvida que lo santos vivieron ---y viven--- en la tierra