Brecht: ¿corrupción?: "Dejemos el cielo para los pajarillos"

Bertolh Brecht















Esta frase se la debemos a Bertolh Brecht, premio Lenin de la Paz, 1955. El dramaturgo

alemán del siglo XX, siguiendo las pautas de otros alemanes, Marx y Nietzsche, defendíala idea de ocuparse de las cosas de la tierra para hacerla habitable.
Dedicarse a "otras cosas", acaba en sublimaciones de la realidad. Los principios morales derivados de la predicación de san Pablo ("Nuestra patria está en los cielos") rayan lo inverosímil en nuestros días.

Vemos en diferentes Estados la llegada de personajes desconocidos (no está mal) a a palestra política, diciendo, casi como el Rey Sol: "El Estado soy yo". No se requiere mirar al pasado. Nosotros "producimos" la verdad, ahora, en caliente. Sin embargo, contrario a las ideas marxistas, no sabemos que ningún Estado sea el productor de la verdad absoluta.

Dan un paso más, despreciando la verdad y e bien necesarios para orientar la actividad política hacia el bienestar, y se asombran los ciudadanos, después, de un incremento en la corrupción sin parangón en la historia. Las verdades morales no se viven en casa ni se enseñan en las escuelas (para ser "neutros" en la enseñanza). Entonces ocurre lo que ya sabía san Agustín (sabía este señor muchas y buenas cosas) desde el siglo IV: Un gobierno, un Estado, sin bases mínimas de verdad y de conocimiento del bien, se asemeja a "una eficaz banda de ladrones".

Ese llegar de advenedizos a las tareas públicas, relativizando el bien, tiene brotes de corrupción en cada instancia de la sociedad. Se convierte en una verdadera plaga. Desoír las buenas cosas de la historia, que las ha habido, es una medida de sensatez. La sordera intencionada, llevaría a repetir lo ocurrido en Verdún, hace justo ahora un siglo: alemanes y franceses se destrozaron, arrojando un saldo de más de 300 mil muertos y 400 mil heridos.

Cuando se abandonan las tradiciones religiosas, portadoras de la educación moral, la sociedad en cuestión se expones a repetir las barbaridades más abyectas de la historia. No se trata de situar a la religión en cada caldo de cultivo social, sino de poner a la Iglesia y el Estado en su lugar correspondiente. 


Para ello se requiere de un mínimo de  "moral razonable", además de basarse en la "razón pura", dedicándose a experimentar con las vidas de los demás. Ahora bien, la Iglesia debe ser ejemplar en eso mismo que quiere enseñar, so pena de convertirse en el hazmerreír de los recién llegados, llenos de presunción sin fuste alguno de cordura.

Este desprestigio y la ceguera de quienes se quieren hacer cargo de la sociedad, explica un poco la frase con sorna de Brecht: Dejemos, pues, el cielo para los pajarillos, y ocupémonos de las cosas importantes de la tierra.






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