Una razón para morir: ¿El secreto del ISIS?





Construir (vivir la caridad y el respeto) y destruir.
El ISIS destruye los restos de un templo del s. V en Irak, monasterio de san Elías.



Quizá nos hemos preguntado por las causas del terrorismo proveniente de los países árabes. Sin duda se trata de un fenómeno con muchas aristas.

Pero cuando vemos el comportamiento de quienes son captados por los grupos destacados en el mundo para ejercer el terror, empieza a tomar cuerpo una idea, repetida una y otra vez, por los militantes del terrorismo.

Contrario a lo que ocurre con el común de las personas, la estrategia de captación consiste en dar a los aspirantes, no tanto una razón para vivir o los medios para lograrlo (aunque no les faltan gratis mujeres prostituidas); por el contrario, se les da una razón para morir.

Los primeros cristianos asombraron a mundo por su falta de temor ante la muerte. Determinados a vivir en un  mundo pagano, no les importaba dar la vida por sus creencias. San Pablo decía que si para él vivir estaba bien, el morir era ganancia. Esta idea asustaba a los intelectuales epicúreos de Atenas cuando en su discurso mencionaba la cruz. La santa de Ávila versificaba la misma idea en el siglo XVI: "...Y tan alta vida espero, que muero porque no muero". 

La diferencia del cristianismo con las propuestas del ISIS es notable: mientras el cristiano debe observar la caridad como el principio que nutre todas sus acciones, especialmente con el prójimo aun siendo enemigo,  el terrorista obtiene su salvoconducto  al paraiso destruyendo la vida de los demás. 

La locura de las personas que saben que van a perder la vida en sus ataques terroristas, llama la atención de los jóvenes cuando ven el horizonte de sus vidas sin perspectiva, lleno de vacío. 

Vivir como los primeros cristianos da una gran serenidad ante todo tipo de situaciones. Y resulta atractivo el reto de este camino si se toma en serio, ante las ataduras de un mundo aburguesado, que a nadie atrae. 

En efecto,  decía Benedicto XVI: "Ayudad a los hombres a descubrir la verdadera estrella que nos indica el camino: Jesucristo". Esperar la muerte, después de una vida dedicada a los demás, con cariño en cada una de las relaciones, es un gran consuelo.

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