In dubio, pro..reo? Mejor: tomarse un vino juntos







Hace algunos años, cuando estudiaba en la Universidad de Wisconsin, mi preceptor Steven H. Chaffee, que acabó dirigiendo la facultad de Comunicación en la Universidad de Stanford, me contó la siguiente anécdota, que, guardando la distancia, bien pudiera valer para la política nacional e internacional.

En las reuniones de la School of Communication Council había momentos en los que no había manera de ponerse de acuerdo sobre nada. 

Uno de los cinco profesores participantes, sin decir palabra, abandonaba la reunión y regresaba al cabo de quince minutos, con una bolsa de papel estraza debajo del brazo. Se sentaba, abría la bolsa, y sacaba una botella de vino y cinco vasos.

Se abría la botella, se bebían los vinos correspondientes en ese espacio de descanso en medio de carcajadas,  y, poco después, al reanudar la sesión, se conseguían acuerdos increíbles, en unos minutos. Todo esto, en medio de sonrisas y cordialidad.

(Para quien no esté familiarizado con las reglas de las universidades de Estados Unidos, queda terminantemente prohibido introducir bebidas alcohólicas en las estancias de las diferentes escuelas universitarias).

Pues bien, este método, que se repitió tantas veces como fue necesario, se podría intentar también en los adustos debates de política nacional e internacional. En vez de conducir las discusiones y consultas políticas (como en España ahora, que dan verdadera pena), convendría la introducción de unas "copitas" de buen vino en medio del trasiego, en un breve descanso, e intentar después, llegar a un acuerdo. Así se apaga la "mala leche" y no se dejan los brindis para el final, cuando surjan los acuerdos, que tantas veces nunca llegan.

Las caras largas, los afanes desmedidos, las acusaciones recíprocas entre Iraníes y Saudíes, entre las pruebas nucleares de Korea del Norte y las protestas de la ONU y otros países, alguien, con mano izquierda, conocedor de vinos y del carácter humano, debería establecer un contacto con Kim Jong-il, por ejemplo, e invitar a ese imberbe de 33 años, más solo que la una, aislado del mundo entero, y echarse unos piscolabis con él.

Alguien podría aducir, que en política se trata de asuntos serios. Pues, precisamente por eso: cuanto más serio es un asunto, más merece llegar a un buen acuerdo, con buena cara. Y si una copa de vino sirve, qué tanto mejor. Ante la duda (In dubio), inclinarse por el presunto culpable (pro reo), reza la sentencia romana. 

¿Mejor?:  Tomarse un vino juntos.

(El modelo es aplicable también,  especialmente, a las discusiones familiares). ¡Salud!

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