¿Quiere ser feliz? Vaya con Maduro

Todo hombre busca la felicidad. Y por fin tenemos un señor que, así, por real decreto, la procura a los ciudadanos que la merecen.

Dado este punto de partida, descubrimos que en la política hay un tipo práctico. Si se trata de ser feliz, creemos un ministerio encargado de conseguir ese fin tan deseado. De hecho, buena parte de las representaciones de la felicidad, consisten en una chica saltando en un campo de flores o cereales, con las piernas dobladas hacia atrás y los brazos extendidos, con la cara en alto mirando al sol.

Si es tan fácil como dicen las imágenes, el presidente venezolano Nicolás Maduro ha debido pensar que basta con crear un ministerio para hacer feliz a los ciudadanos, llevando a cabo más de 30 encomiendas sociales ya incoadas desde los tiempos de Chávez.

Esto es ser eficaz. A Maduro no se le atora nada. En su casa, junto con su mujer, han criado 50 gallinas, siguiendo el ejemplo de su antecesor Chávez, que en un rincón del palacio había cultivado maíz, tomate y pimentón.

Si la felicidad, como dicen los clásicos, es intangible, entonces,  Maduro, al no tener nada que ofrecer a los pobres venezolanos, o cada día menos, aunque  ellos sueñen con el ayer como un futuro mejor, tienen asegurado con su presidente el llegar a la nada.

Al fin y al cabo, la felicidad no consiste en poseer cosas. Es el estado del hombre que alcanza aquello para lo que ha sido creado. 

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