La evolución en entredicho














Los fantásticos cuentos de ayer, solían comenzar diciendo: "Hace muchos años", o "érase una vez.." Con ese leve adentrarse en el tiempo pasado, bastaba para captar la atención del niño más avispado (No sé por qué, pero me parece que los padres de hoy no cuentan cuantos a sus hijos.  Dejan los cuentos para la televisión).

Por eso los astrónomos de hoy, como nuevos "reyes magos", al seguir las estrellas del universo, descubren alguna cuya historia, al relatarla, fascina; sobre todo, cuando dicen al final, no sabemos de qué se trata, y, de esta manera nos abren de nuevo la puerta del misterio, tan olvidada hoy.

Darwin es celebrado en todo el mundo. También sus tortugas de las Islas Galápagos. Ya no queda prácticamente espacio para el misterio. Todo comienza por algo diminuto, luego una explosión, y aquí estamos. Todo es cuestión de tiempo. Poco a poco, si no te han eliminado en el camino, sobrevives, pero en ese camino ascendente que lleva al progreso. Siempre, digo, un paso más hacia la perfección de la especie.

Venimos de algo, casi nada, y somos capaces de mirar de hito en hito al sol y las estrellas, adentrándonos en un espacio ilimitado, desconocido.

La paradoja de esta narrativa de la evolución, tan asentada para algunos, estriba en cómo es posible que nos sorprenda, dejándonos boquiabiertos, un fenómeno de ayer, de donde procedemos, si somos cada vez más perfectos.

Por ejemplo, los científicos que vigilan los telescopios de Cerro Tololo (Chile), un proyecto de Estados Unidos, han descubierto la estela de una explosión jamás vista antes. Se trata de una supernova cuyo desintegración ocurre hace 3,800 millones de años luz, nada menos.

Los científicos están atónitos. Esta supernova supera el brillo del Sol, 570,000 millones de veces. Pero hay más. La luz de los 100,000 millones de estrellas de la Vía Láctea, palidece frente a la luz de esta supernova, pues  supera al conjunto  20 veces en brillantez. Y su energía equivale a "un quintillón" (lo que eso quiera decir) de bombas atómicas.

En fin, hay una miríada de datos más que, una vez analizados, han dejado a los científicos más avezados sin respuesta.

Nos asombramos, entonces, después de tantos años (14 mil millones  de años luz, según algunos), que aquellos microorganismos de ayer, que han tenido tiempo para prosperar en sus entendederas las conjeturas de lo acaecido en el principio, no tengan la más mínima idea de qué se trata, pues viola todas las leyes actuales de la Física.

Así las cosas, da impresión de que la llamada teoría de la evolución funciona al revés: conforme discurre el tiempo,  nos vamos haciendo más lelos, incapaces de explicar lo que ya es historia muy, pero que muy pasada. Algo así como que, el hombre, tan capaz entre las especies que le antecedieron, deba permanecer en los brazos maternos durante los años de su infancia, mientras que los nacidos  de ellas se desenvuelven por sus cuenta apenas ven la luz.

Les cuesta aceptar a algunos como explicación que, "En  el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios, y que "Todo se hizo por ella,  sin ella no se hizo nada".

En efecto, la evolución, tal como se entiende hoy, quedaría en entredicho. 

Gracias a esa cuestión de tiempo y nuestra pequeñez, todavía hay lugar para el misterio, y para los cuentos de niños. Nada es lineal.






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