Santidad: Vivir en familia trabajando

El título puede parecer escueto para algo tan grande como la santidad. Pero la vida de la Sagrada Familia, José, Maria y Jesús discurrió de esta manera. Como la de tantos otros desde Adán hasta nuestros días. 

Veamos. El mundo parece que se cae a pedazos. La riqueza que representa se ha acumulado en las manos de unos pocos. La tecnología crece sin respeto alguno por quienes ni la poseen ni saben  manejarla aunque la tuvieran. El desempleo crece de manera alarmante ahora escudada con la presencia de la llamada "cuarta revolución"; y con ella,  los desequilibrios crecientes. El hambre, la guerra, las plagas de enfermedades que se diseminan por todo el globo. A las consecuencias de la  corriente de "el Niño", verdad o no,  y a la acumulación de gas carbónico que va incrementándose exponencialmente y así acabando la potencialidad de regenerar el aire que respiramos.  

Los dos enmarcan, aunque unificados, el querer de Dios para el hombre desde el principio, inscritos en el Génesis,  para Adán y Eva y su descendencia: seréis "una sola carne", inseparables, "sed fecundos y multiplicaos". Después de darles el primero de todos los bienes, la vida, les señala gráficamente la manera de conseguir la santidad, fin para el que fueron creados: "henchid  la tierra y someterla", hacedla fructífera trabajando y comiendo de  sus semillas según cada especie.

Esta vertiente vegetariana se trastoca después del Arca de Noé, al punto de que la Pascua de los judíos se celebraba con un "cordero". Asimismo, Moisés les permite "repudiar" a la mujer, casi por cualquier cosa, dándole un "libelo", un escrito, donde constara las razones. Jesús reprueba esta interpretación que la regresa a como era "en el principio". 

Esto es lo único necesario. Si uno busca el "reino de Dios" todo lo demás se irá dando según convenga con ese descubrimiento. La necesidad de la fe, la necesidad de pedir perdón al Creador por tanta infamia personal y de los demás, la necesidad de la Eucaristía...En  fin, acabaremos viendo la necesidad de vivir en la Iglesia de Cristo, su cabeza, con los sacramentos para perseverar en el camino que nos ha tocado recorrer. Cada quién el suyo, iluminado por la luz radiante de la vocación. 

Así, en familia, en comunión con los demás, trabajando, se va recorriendo el camino que nos lleva a la santidad, esto es, a ver a Dios cara a cara para siempre

Como es lógico, al descubrir este camino, que nos va llevando a la fidelidad y a la felicidad, iremos enseñando a los demás el secreto de la alegría descubierta. 

Ningún gobernante de la tierra puede prosperar contribuyendo al bien común si no se somete a respetar la familia en su constitución original y sin poner las condiciones para que se se dé un trabajo digno para cada una.





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