Día de los Santos Ángeles Custodios (2 octubre) y el Opus Dei


Hasta el día 2 de octubre de 1928, nadie había oído hablar del Opus Dei. Pero ese día se convirtió en un hecho cuando Josemaría Escrivá lo vio mientras realizaba un curso de retiro espiritual en el convento de los Redentoristas de Madrid.

Vio fundamentalmente que "laicos" de todo el mundo podían llegar a la santidad sin dejar de ejercer su vida ordinaria. Pero, el problema de esta visión consistía y consiste en no saber en qué consiste un "laico" dentro de la Iglesia Católica.

Así, cuando se asocia la palabra "laico" y "santidad" no se acaba de entender. Y esto se echa de ver si se le dice a quien pregunta que esa persona laica va a seguir vistiendo igual que el día de confirmar su "vocación" al Opus Dei. En este caso, la vocación no cambia a nadie. Sigue siendo la misma persona, con su misma familia, con su mismo trabajo profesional o cursando los mismos estudios. Es decir, no tiene que empezar a parecerse a nadie e especial, sea religioso, sacerdote o perteneciente a una tercera o cuarta orden de algún movimiento dependiente de alguna congregación religiosa o cuasi religiosa.

Todos estos grupos religiosos lo han hecho también y han procurado tanto bien y tantos santos a la Iglesia, que casi no queda espacio para concebir que algo tan bueno pueda darse fuera de sus límites y formas de vida.

Pero también ha ocurrido lo contrario: que personas cuyas vocaciones se han decantado por una especie de "huída del mundo" por pertenecer al estado religioso, han empezado a vivir "en el mundo" como laicos, como si no tuvieran un compromiso de distinguirse radicalmente de los llamados laicos. Para empezar, su atuendo ha cambiado en muchos casos radicalmente, y es difícil atestiguar si esos religiosos realmente lo son cuando se cruzan con los demás en la calle.

No hace falta indagar más para saber si esas personas cumplen con sus obligaciones de acuerdo con su espiritualidad, tales como celebrar Misa con frecuencia, recibir la Eucaristía, confesarse y recitar en su convento o parroquia las preces acostumbradas.

Por todo lo expuesto, hablar de un laico que ha recibido una vocación a la santidad no se acaba de entender, a pesar de que todos los cristianos tienen la razón de ser de su vida, alcanzar la santidad como fin de su vida en la tierra. El Señor nos ha dicho ha todos "sed perfectos como mi Padre celestial es perfecto". Casi nada. Y después de dos mil años todavía no nos hemos enterado.

Se piensa que la noción de "santidad" tiene sentido sólo para ciertas personas, pero no para quienes deben andar corriendo todo el día de una lado para otro para ganarse el sustento diario para la familia. 

No y no. Las personas más santas de la tierra, María  y José, jamás pisaron un convento o se escaparon del mundo, imitando en ello a su hijo, Jesús, que pasó 30 de sus 33 años de vida  trabajando con sus padres. Recientemente, el religioso Jacques Philippe, religioso miembro de la Comunidad de las Beatitudes, ha dejado claro que "la santidad del siglo XXI  va a ser de los laicos". 

Esperemos  que así sea, pues el 98% de lo católicos del mundo son laicos...







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