¿Se cae Europa? Sólo si se atenta contra los fundamentos






La vida de todo ser humano tiene muchos escollos. Es difícil entonces resumir en una historia  la infinidad de actos decisivos para conformar su carácter. Por eso es difícil juzgar a otra persona. Y por eso mismo, conviene no hacerlo.

Tomar una decisión es fácil. Cualquiera puede hacerlo. Ahora bien, si quien la toma se preocupa sólo de las "consecuencias", se convierte en un aventurero sin rumbo: ejecuta y escapa cuando las cosas no salen bien; pero si se ignoran los "principios" de donde se deriva la acción, entonces, esa persona es  inmoral, y  desmerece de su condición de persona porque no se detiene un momento a concebir el fundamento de su acción. Va haciendo lo que se le ocurre.

Está de moda hablar  del "amor", pero pocos hablan de Dios. Esto es un contrasentido. No se puede dar uno sin el otro. Por eso los matrimonios no duran; las relaciones se agostan; y el valor de la "amistad" se trueca por cualquier bagatela. El amor y Dios siempre van unidos. Si se separan, se pierde el sentido de la vida y de la relación.

Por eso hoy tenemos "indiferentes" en vez de "ateos". Por ejemplo,  Alcide de Gasperi, Jean Monnet y Robert Schuman son los padres de  la Unión Europea,  y cuando la conciben, crean,  parten de unos principios con fundamento en Dios, pues eran firmemente católicos. Concebían el amor, lo espiritual, como el modo de acabar con todas las divisiones generadas después de dos grandes Guerras Mundiales, cuyo éxito se basaba en el exterminio del otro. 

Estos hombres eran católicos geniales. Tan es así que está abierto el proceso de canonización de Robert Schuman. Hoy, sin embargo, la concepción de estos hombres, ya casi en olvido,  tiende a desmoronarse. Los países que integran la Comunidad Europea se han apartado de los principios de sus fundadores y su estructura fundacional se agrieta. Ahora sólo  queda esperar  las "consecuencias" de sus acciones. Es el caso del Reino Unido. Nadie sabe a ciencia cierta qué va a ocurrir, y  esperan que las "consecuencias" sean llevaderas tanto para los países de la Unión Europea como para la vieja Albión. Según se dé, otros países podrían animarse a seguir el mismo camino. 

Se han olvidado de los principios y de la importancia de la unidad. La creciente presencia de partidarios del Islam no va a ayudar a esta querida unidad, porque se apoyan en principios interpretados de forma particular. Entonces, vamos a asistir a un paulatino roce de culturas de difícil adaptación para la convivencia en el amor y respeto mutuo.





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