Todos éramos buenos, ¿hasta que llegó Trump?



Te daré por caridad, lo que por justicia debo.






Los sucesos (trágicos) de estos días en USA se exaltan por los media.  

Quienes tratan de sacar ventaja aun en medio del dolor ajeno, vienen a decir: Nosotros éramos buenos, hasta la llegada de Trump. Este hombre ha supuesto ser una especie de "pecado original", no sólo en la sociedad norteamericana de Estados Unidos, sino en los países vecinos y en los distantes de Europa. Incluso en Asia.

El ideal de progreso, se agrieta. Se va despertando de un sueño, la Gran Bretaña, para regresar a ese "espléndido aislamiento" de antaño --otro sueño dentro del sueño-- donde los piratas, sin control alguno, surcaban los mares para vivir a costa de lo ajeno.

Y la Francia, tan alada, se escuda en una Revolución fallida para seguir su sueño napoleónico hasta engarzarse con la "Europa de las patrias" del general De Gaulle. Viene a ser como si Alemania nos dijera también: nosotros éramos buenos, pero nos salió el austriaco Adolfo Hitler. Y el sueño de España, todavía vivo, de ese camino de la II República repleto de bondades según el socialismo, donde para realizarse tuvieron que asesinar a más de 7 mil sacerdotes y frailes y, (¿feminicio?) 283 monjas. 

Eran los sueños de Europa, la de los buenos. Pero el cristianismo de san Benito, su patrón, se había hecho añicos. Ahora quedan sólo pedazos sueltos, rotos, de aquel conjunto.  Y ni España se puede unir de veras ---se la quiere rota--- ni Europa acaba de encontrar su camino, pues la tradición ha ido borrando el surco donde en las "ferias" (fiestas) de los países se mezclaban hombres de mil rincones, sin pasaportes, yendo de feria en feria para ganarse la vida, para restablecer lazos, para asimilar costumbres, dignas todas de tal nombre.

Hoy los hombres de Europa están cansados. El verano los reúne en las playas del Mediterráneo, el Mare Nostrum, cuerpos pegados unos a otros, sin unidad posible porque ya no se busca la verdad, sino un espacio bajo el sol. No tampoco arte, sino desnudez. Baños sin bañadores casi. Y los extranjeros acuden a hartase de todo. Lo visto ya no agrada; se consume con los  sentidos. 

Antes la gente andaba "reprimida", casi sin escapes. Hoy todo se abre al consumo, sin lugar para la "admiración".

Éramos buenos, pero...Ahora europeos y mexicanos, dominicanos y hondureños, salvadoreños y guatemaltecos pueden unirse a los gritos de protesta de la jerarquía venezolana porque Trump ha desquiciado el mundo y la libertad de hacer lo que a uno le da la gana. ¿Por qué no irse a otro país sin ni siquiera pedir permiso al entrar? 

Ojalá, ahora sí, con Trump a la cabeza, se animaran los países que ayer tanto sacaron de este continente ---y de otros--- se animaran a restituirlo para que la vida, otra vez, pueda vivirse dignamente. 

No se trata de caridad; es de estricta justicia. Es decir, te daré por caridad, lo que por justicia debo.








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