La apología del desatino: no hay excepciones al "no matarás" salvo el "conservar la vida"






La historia no nació ayer. Pero se ocupa del ayer.

El estudio de los hechos, objeto de la historia, ha venido a sustituirse por la interpretación de los hechos  con el prisma de las ideologías. Y como éstas abundan, son legión las interpretaciones. Esta es una de las razones por las que resulta casi imposible ponerse de acuerdo en casi nada. Las discusiones se hacen eternas. 

Lo que en México se defiende desde la Presidencia con un "yo tengo mis datos" y así se evita la incomodidad de llamar ideología a la postura encarnada, en Europa, en España, se trata de conseguir o conservar el poder a toda costa, aun a costa de aliarse con el mismo diablo: bien sean criminales confesos, defensores de quitar la vida a un nonato o, mediante la eutanasia, a una persona incapaz de soportar las incomodidades y dolores de una enfermedad. Hombre ---dicen--- nadie quiere el "aborto", pero si una señora o una adolescente lo pide, se le deben prestar los auxilios requeridos en nombre de la "libertad".

Cada vez importan menos quienes no se pueden defender por sí mismos frente al poder omnímodo de algunos políticos y el silencio de la sociedad, ocupara como está en tantos laberintos para resolver las demandas de la vida diaria. El infante, el que no puede hablar, sucumbe ante el capricho y la fuerza bruta. Ocurre lo mismo con el enfermo incurable y los mayores. 

Todos ellos son persona, un ser personal, a imagen y semejanza de Dios, pero como para algunos no existe o les conviene hacer su conveniencia aunque existiera, se invoca el poder de quienes rodean al ser incapaz  de defenderse ---quien tiene el derecho y el deber de conservar la vida recibida---, para conseguir su fin propio a costa de los demás.

Dios se enfada con Moisés y su hermano Aarón por admitir los reclamos, "querellas", de su pueblo por la falta de agua en medio del desierto, algo sabido pues no se da agua en el desierto, y no cumplir con más detalle los mandatos del Señor. Así, el mandato "no matarás", sin paliativos, se ha ignorado por completo en nuestro tiempo dándole incluso carácter legal a la supresión de la vida. Esta violación va mucho más lejos que el ignorar por Moisés los mandatos divinos. Y si a ellos esa deslealtad les supuso la muerte antes de entrar en la Tierra prometida y el vagar 40 años por el desierto, no deberíamos de extrañarnos de acciones más contundentes por parte de Dios en este tiempo, dado la gravedad y extensión del olvido de la obligación de respetar la vida en toda su dimensión temporal. Las ideologías de los hombres alzadas como "murmuración" quieren sustituir una vez más lo irreversible de los mandatos divinos. 

En fin, no se pretende aquí de ningún modo adivinar los designios divinos, sino solamente no sorprendernos de ver males mayores en nuestros días. Aunque su capacidad de perdón y "olvido" rebasan todos los límites de nuestra comprensión. 

¿O cómo en nombre de la libertad se suprime la vida cuando se requiere ésta para ejercer aquélla?




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